Sociólogos, economistas y arquitectos explican por qué los coruñeses cada vez se casan más tarde

Las coruñesas pasan de celebrar sus primeras nupcias a los 30 años a hacerlo a los 35, y, de media, tienen el primer hijo un año antes | La independencia del hogar familiar “se ha venido retrasando” desde la crisis del ladrillo

Una mujer mira un escaparate de una tienda de vestidos de novia en A Coruña.   | // CARLOS PARDELLAS

Una mujer mira un escaparate de una tienda de vestidos de novia en A Coruña. | // CARLOS PARDELLAS / Enrique Carballo

Los coruñeses cada vez esperan más para casarse. Si en 2008, el año en el que estalló la crisis del ladrillo, los hombres de la ciudad contraían sus primeras nupcias a los 32 años y las mujeres a los 30, la media de unos y otros se ha retrasado un lustro en el año 2022, hasta los 37 y 35 años respectivamente, de acuerdo con el Instituto Galego de Estatística (IGE), que todavía no tiene datos para el año pasado. Un fenómeno que la socióloga Raquel Martínez Buján vincula sobre todo con un cambio cultural que ha hecho que muchas parejas jóvenes renuncien al casamiento, pero que también tiene una lectura económica: tiene que ver con las dificultades de los jóvenes para conseguir un trabajo que les permita establecer una familia, y en especial para acceder a una vivienda asequible.

Esa es la opinión del economista y director de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales coruñesa, Jesús Vázquez. “Debido a la dificultad del acceso al empleo, y a tener unas circunstancias estables en este, la edad de salir del hogar familiar se ha venido retrasando desde la anterior crisis”, explica, y cree que esto “es decisivo” para explicar la mayor tardanza de los matrimonios de los coruñeses. Los jóvenes “se mantienen en el hogar, bien porque están realizando estudios” o porque necesitan el “amparo familiar” para subsistir, o ambos, y “no se plantean formar” un hogar. Cuando por fin lo hacen, “compartir gastos pasa a ser otro valor”.

La lectura puede parecer catastrofista, pero Vázquez recuerda que hay indicadores objetivos que muestran que los jóvenes españoles lo tienen difícil para crear una vida independiente. Desde la crisis de 2008, recuerda, “hemos llegado a tener más del 40% de desempleo para menores de 25 años”, y aunque ahora ha disminuido por debajo del 30% “la tasa sigue estando por encima del doble de la del paro en general”. “La situación es calamitosa para la gente de menos de 25, e incluso de menos de 30: la falta de empleo y posibilidades está mermando su independencia”, señala el director de la Escuela de Relaciones Laborales, adscrita a la Universidade da Coruña (UDC).

Para Raquel Martínez Buján, profesora en la facultad de Sociología de la misma entidad académica, la economía no es “el único factor” que explica el retraso de la edad del matrimonio, algo que se comprueba contrastando la edad nupcial con aquella en la que se tiene el primer hijo. Según el IGE, las coruñesas han pasado de tener su primer parto a los 32 años en 2008 a vivirlo poco antes de los 34 en 2022, el último año con datos. Es decir es, antes de la edad de casamiento.

La socióloga lo explica recordando que ha aumentado el número de parejas que nunca se casan, aunque convivan o tengan hijos. “Hay un cambio de cultura muy importante por el que el matrimonio ha dejado de ser un paso previo a la vida en común”, señala Martínez, y las relaciones íntimas son “cada vez más seculares”. Esta transformación ha disminuido la presión social para dar una “estabilidad jurídica” a las parejas, y ha creado “más opciones, más diversidades familiares, desde parejas del mismo sexo a mujeres que deciden tener hijos solas”. Familias, sí, pero que “no pasan por el matrimonio”.

También “es mucho más elevado el número de personas que no realizan un ritual religioso”, un cambio “espectacular, rapidísimo, que nos ha dejado anonadadas a las generaciones de mediana edad” y que, calcula, se ha producido en los últimos diez o quince años. Para las personas que ahora tienen unos 45 años, explica, no casarse “no era visto como algo muy raro, pero no era habitual”.

Pisos para que nazcan niños

Martínez Buján señala que “la dificultad en el acceso a la vivienda se ve en cómo la gente retrasa la independencia con respecto a la casa de sus padres”, y, por tanto, la edad a la que tienen el primer hijo y forman pareja, algo en lo que coincide Jesús Vázquez. Para el director de la Escuela de Relaciones Laborales, una casa es “prácticamente una quimera” para los jóvenes, y acceder a una en propiedad “es inviable” para los que no hereden o tengan apoyo familiar importante. “La alternativa para ellos suele ser el alquiler, y el alquiler con otras personas, lo que está adoptando la mayor parte”, opina.

En esto coincide la presidenta de la delegación coruñesa del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia, Ruth Varela, que señala que si no hay dónde vivir “la gente no forma unidades familiares”. En otros países europeos, pone como ejemplo positivo, “una de las principales medidas de impulso a la demografía siempre fue facilitar el acceso a la vivienda cuando tengas hijos, ya sea para una pareja tradicional o para una mujer sola”.

Esto genera un impulso “brutal” a la demografía, pues “cambia los cálculos de la gente”, en especial los de las mujeres, que son las que se ven más perjudicadas laboralmente por la maternidad. “Si yo paro mi carrera científica y profesional cinco años, pero eso me garantiza una vivienda, estoy ganando quince años” que de otra forma tendría que invertir en acumular dinero para adquirirla, aunque en España, critica Varela, “ya cuesta 30”. “Si en la ecuación metes la vivienda, la demografía se dispara”, defiende.

Martínez Buján señala la falta de políticas sociales para que nazcan niños. A Coruña encadena siete años consecutivos de descenso de los partos, que han caído un 25% entre 2015 y 2022, el último año con datos. Se ha bajado de 1.907 recién nacidos a mitad de la década pasada a apenas 1.431, el dato más alto de la serie del IGE, que se remonta a 1975. Jesús Vázquez reclama una “política de Estado que se ocupe, de darle oportunidades a los jóvenes”, y que sea “transversal” y “decidida”. “Nos estamos encontrando con baja natalidad, con gente que emigra de modo totalmente no deseado”, denuncia, y, para el economista, esto perjudica al conjunto de la sociedad: “el talento no lo podemos retener, nuestras empresas carecen de trabajadores que puedan atender los nuevos requerimientos, es un círculo vicioso”. Esta cuestión, remacha, “tendría que ser la que nos ocupase el debate público.

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