Entrevista | Vari Caramés Fotógrafo, publica ‘Bosque animado’

“El libro es un paseo por el bosque con Ángeles. Es un poema visual, un haiku”

“En otros libros argumento un imaginario; este no tiene teoría detrás, es todo emoción”

El fotógrafo Vari Caramés, en su estudio de A Coruña.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

El fotógrafo Vari Caramés, en su estudio de A Coruña. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / marta otero mayán

El fotógrafo gallego Vari Caramés rinde homenaje a Ángeles Sales, su mujer, ya desde la contraportada de Bosque animado, que presentó la semana pasada en la Fundación Luis Seoane. Se trata del que quizás sea su fotolibro más emotivo, porque va envuelto en una acuarela de Ángeles que imita la corteza de un árbol. La publicación recuerda los paseos que ambos compartían por la Fraga de Cecebre, escenario da célebre novela de Wenceslao Fernández Flórez en la que el espacio natural cobraba vida a través de las personas, animales, árboles y seres fantásticos que allí habitaban. Ángeles, que sonríe desde el bosque en una de las instantáneas, queda inmortalizada, para siempre, entre las páginas de un libro que funciona como un regalo.

¿Cómo se gestó este proyecto, cinco años después del fallecimiento de Ángeles?

Ella para mí era una persona muy especial, muy creativa. Aparte de pintar, hacía muchas cosas; estuvo vinculada al mundo de la moda, los complementos, llegó a tener su propia marca de moda, hacía colgantes con piezas que encontraba... siempre me pareció muy interesante lo que hacía, y cómo pintaba. Siempre le decía: ‘tenemos que exponer un día juntos’. Ella se lo tomaba de coña, me decía: ‘estás chiflado, dedícate a lo tuyo’. Tuvo la desgracia de que se murió y no pudo ser, pero a mí me quedó eso en la cabeza, y se fue desarrollando. Un buen día, encontré en el estudio una carpeta que ponía Bosque Animado. La abrí, y había unos negativos, pruebas, estaba ella allí en el bosque. Esa es una de las fotos que figuran en el libro.

Como si le mandase una señal.

Ahí estaba, como si se me hubiese encendido una bombilla. Era lo que estaba buscando, un hilo conductor que juntara mi trabajo y el de ella. Ahí estaban mis fotos, de visitas que había hecho con ella al bosque, a la fraga de Cecebre. Ella había hecho una serie que se llamaba Bosque. Lo que hacía era coger papeles, los abrazaba a los árboles y los frotaba. La huella que le quedaba le daba acuarela por encima, creando una nueva corteza. De ahí la foto de la portada, que envuelve la contraportada y la portada del libro.

Estaba ahí el proyecto conjunto que habían estado posponiendo.

Estaba latente. Es como son estas cosas, el azar te viene a ver, te hace cosquillas y te dice eh, que estoy aquí. Así nació la serie Bosque Animado, como un guiño al Bosque Animado de Wenceslao Fernández Flórez, porque las fotos están hechas ahí, en la fraga de Cecebre. Una vez que tenía las pruebas hechas, las vieron los de Fabulatorio. Es el tercer libro que hago con ellos, y cuando las vieron, se emocionaron y quisieron hacer el libro.

Concibe el proyecto como un paseo por el bosque. Apenas hay textos, solo fotografías y acuarelas. ¿Qué quiere evocar?

Es un paseo por el bosque con ella. Realmente, en este trabajo, no hay textos, porque consideramos que no hacían falta. Era como un poema visual, un haiku, solo tiene una pequeña cita en la contraportada interior, de Wenceslao Fernández Flórez, y una pequeña declaración de intenciones mía, escueta y telegráfica, de cómo nació esto. Es lo único que tiene porque no necesita más apoyo literario. Es una cosa evocadora, un paseo en el que vimos que no hacía falta más.

Se debe en este caso juzgar un libro por su portada: anverso y reverso imitan la corteza de un árbol que envuelve el contenido, obra de la propia Ángeles.

Eso fue idea de Fabulatorio. Cuando me presentaron la maqueta, me quedé perplejo de gusto. Habían dado con la clave. ¿Qué mejor que una corteza para ser la portada del libro, envolviéndolo todo? Es una pieza de ella, como una camisa, que si la despliegas, está la pieza entera de ella. Ha quedado bonito, sencillo, muy cuidado. Tiene papeles con tonos de otoño, el tema es otoñal, está todo muy cuidado, como siempre trabajan ellos.

Una de las partes más emotivas es la foto que le saca a Ángeles en el bosque, en la que casi parece un elemento más de la naturaleza. ¿Es buscado?

Está plenamente integrada. Así es como era ella. Esa es la clave, que ella esté ahí, su presencia es muy poderosa.

El libro va acompañado de una exposición.

La exposición justo se cerró hace una semana en la galería Trinta, de Santiago. Estoy muy orgulloso y satisfecho porque me llegaron muchos comentarios que me decían “qué piezas más bonitas las de Ángeles”. Me hizo más ilusión que gustaran las piezas de ella que mis fotos. Fue muy emotivo. Los recuerdos, al final, es volver a pasar por el corazón. Cuando es así, te punza un poco, pero al mismo tiempo es reconfortante. Sé que a ella le gustaría, sería feliz viéndome hacer esto. Por eso lo hago. Es un trabajo más emocional. Otras veces desarrollas, argumentas un imaginario, partiendo de una estructura, articulas algo para darle forma fotográfica, aquí no. Fue una cosa que ya estaba latente y me vino dada. Es una historia muy sencilla y no tiene demasiada teoría detrás. Es todo emoción.