Entrevista | Raquel Martí Directora ejecutiva de UNRWA España, participa en Acampa

“Estoy harta de ver testimonios de niños que piden morir y no seguir en el infierno de Gaza”

“La juventud se moviliza por el cambio climático, pero no por otras causas como el hambre”

Raquel Martí, ayer, ante imágenes tomadas en Gaza de la exposición de Acampa.

Raquel Martí, ayer, ante imágenes tomadas en Gaza de la exposición de Acampa. / Germán Barreiros/Roller Agencia

Lleva casi 20 años apoyando a Palestina a través de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). Raquel Martí (Madrid, 1966) es su directora ejecutiva en España y participa en A Coruña en el VIII Encuentro Internacional Acampa. Con la seguridad de la convicción en su causa pese a que Gaza vive “la situación más terrible” desde que dura el conflicto palestino-israelí, Martí asegura que seguirá defendiendo la causa palestina “hasta que se hunda el barco”, y lamenta que el “activismo joven” no se implique en más situaciones humanitarias.

Ante una tragedia como la de Gaza, con tanta muerte y dolor, ¿cómo mantiene la cooperación y el activismo las ganas de ayudar, de vivir?

No soy optimista con la situación de los refugiados de Palestina. No puedes serlo. Lo que no puedes hacer es perder la esperanza, nunca. Es lo único que te mantiene activo y con ganas de seguir ayudando. No se puede seguir consintiendo que haya una población que lleva 75 años como refugiada, la más antigua del mundo. Es insostenible esta situación y que Israel siga ocupando Palestina de forma indefinida, violando los derechos de los palestinos cada día.

¿Esta esperanza está relacionada con la pasión por su trabajo?

Soy una persona que cree en la justicia y que no puede ver situaciones injustas. Es algo muy personal, será porque me han educado así. Es innato en mí defender a una persona que sufre una injusticia.

Llegó a Palestina en 2005 después de haber dirigido proyectos en ONG en Asia, África y Latinoamérica. ¿Por qué se quedó?

No era mi intención, pero me encontré con la injusticia más brutal de todas, ni me había acercado a una situación así. Esa realidad me ató a Palestina, me atrapó, y tuve la fortuna de seguir trabajando hasta hoy. Cada día la situación es más complicada que el día anterior. He visto miseria extrema en Latinoamérica, pero lo que te mueve a Palestina es ver cómo una potencia con el poder de Israel viola constantemente a los palestinos que no tienen capacidad de defenderse, y ver que esto no produce ninguna reacción en la comunidad internacional. No es una zona remota, Palestina está en el centro de los medios de comunicación, donde están todas las ONG, las agencias de Naciones Unidas… y esto no produce ningún cambio.

¿Insensibilidad?

Intereses económicos y políticos. Viajo con políticos, UNRWA recibe misiones diplomáticas de todas las partes del mundo, y cuando ven de primera mano las violaciones de los derechos humanos les impacta, pero al volver a sus despachos vuelven a su política y a los intereses de los países que representan. Y esto es lo que hace que no cambie nada.

¿De qué sirven entonces las condenas internacionales?

La población civil es la más concienciada en todos los países, y esto importa a los políticos porque les importa el posicionamiento de sus votantes. Las condenas son la base para reafirmar que Israel está cometiendo crímenes de guerra, está investigado por presunto genocidio, y quizá la Corte Penal Internacional acepte la petición del fiscal de detener a Netanyahu por presuntos crímenes de guerra. Esto es importante para presionar a los líderes mundiales.

¿La situación en Palestina es ahora más cruda que hace 75 años?

No sabría decir. En el 48 y en el 67 fue muy crudo. La diferencia, ahora, radica en la velocidad a la que se produce, como constatan trabajadores humanitarios con décadas dedicados a diferentes conflictos: la destrucción de un territorio, el número de asesinados en tan corto periodo de tiempo… 14.500 niños muertos en Gaza… la inseguridad alimentaria catastrófica… nueve de cada diez niños padecen desnutrición aguda. Y nunca se había vista esta forma de impedir la entrada de ayuda humanitaria para una población asediada.

¿Contra qué o quién batallan más las ONG?

Es una de las crisis humanitarias más difíciles por las que ha pasado Naciones Unidas, a la que no se le permite trabajar. Nunca antes los trabajadores humanitarios habían pasado a ser objetivos, la mayor parte de los más de 200 asesinados son de UNRWA. No pueden entrar grupos de investigación independientes. No es que no haya ayuda humanitaria, es que no nos dejan acceder a ella.

¿Cómo es la situación de UNRWA allí?

Extremadamente grave. Teníamos 13.000 personas activas en octubre y ahora hay unos 4.000. Teníamos colegios, clínicas de salud, centros de distribución de alimentos… Muchos han tenido que huir para sobrevivir y proteger a los suyos. La situación es motivo para buscarse el trabajo en otra organización. Yo me voy a quedar hasta que el barco se hunda, si es que se hunde. No dejaré de trabajar en UNRWA ni de apoyar la causa palestina. Si tienes un compromiso, no puedes salir huyendo.

¿El activismo, en general, está más amenazado que nunca?

La juventud se moviliza por el cambio climático, que atrae muchos activistas. Pero en otras causas no se moviliza, como el hambre, y es lamentable. El cambio climático no solo afecta a nivel de temperatura: con la sequía se pierde la productividad del campo, hay hambrunas, desaparecen islas… Hay muchas causas en las que no hay activismo joven.

¿Qué aprende un cooperante del dolor de la infancia en Gaza?

Es lo más terrible. Ningún ser humano puede no estar impactado por lo que sufren allí los niños. Los adultos tenemos herramientas y capacidad de resiliencia, pero un niño no sabe cómo adaptarse. Hay 17.000 niños solos en Gaza. La sociedad palestina es muy solidaria, y siempre que le pasa algo a un vecino o familiar se vuelca, pero ahora en una situación desesperada las familias no tienen alimento ni capacidad para acoger a un niño solo que ha perdido todo. Estoy harta de ver testimonios de niños en Gaza que piden morirse y no seguir en ese infierno.

En Acampa coincide con la ministra Sira Rego en un acto central sobre la necesidad de proteger a la infancia. ¿Cómo se comporta en España el Gobierno, y la clase política, respecto al conflicto palestino?

Agradezco que mi gobierno haya reconocido el Estado de Palestina. Es un respaldo en un momento crucial, pero es un gesto simbólico sin repercusión en el terreno. Es importante apoyar al Derecho Internacional Humanitario. Creo que se podría hacer más: hay muchas otras herramientas que se pueden usar para forzar a Israel a que detenga el fuego.

Suscríbete para seguir leyendo