Cuatro años después de aquella polémica semifinal de la Liga de Campeones entre el Deportivo y el Oporto, la sombra de la sospecha planea sobre el club luso. El verdugo blanquiazul acaba de ser sancionado por intento de corrupción en la Liga portuguesa en la campaña 2003-04 -la de la semifinal contra el Dépor- en el caso denominado Silbato final, que deriva del caso de corrupción conocido como Silbato Dorado, aún pendiente de juicio en los tribunales ordinarios lusos. El Oporto había sido excluido inicialmente de la próxima edición de la Champions, aunque el lunes la UEFA accedió a permitirle su participación. El Benfica, por su parte, anunció ayer su intención de recurrir por vía judicial dicha readmisión. Al presidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro, no le sorprende en absoluto el escándalo que ha salpicado en los últimos días al club de O Dragão: "Antes de ahora ya lo pensé muchas veces, pero son temas que no se pueden demostrar. Siempre te quedarán enormes dudas sobre lo que pasó".

La actuación del colegiado alemán Markus Merk en la ida de aquella semifinal contra el Oporto, expulsando a Jorge Andrade por una agresión inexistente sobre Deco y mostrando una rigurosa cartulina amarilla a Mauro Silva que le impidió participar en el partido de vuelta, no pasó desapercibida para nadie, sobre todo para los más de 3.000 aficionados deportivistas presentes en el estadio de O Dragão. Tampoco la pasó por alto Lendoiro, quien observó varias situaciones "curiosas" sobre el césped portugués. "Me acuerdo de muchas cosas, por ejemplo, la expulsión de Andrade. Curiosamente, la UEFA reconoció que fue un error del árbitro, pero como hubo tarjeta roja había que cumplir un partido. Si no, serían dos. Además, no deja de ser curioso que a Mauro le enseñaron la tarjeta que le impidió jugar aquí la vuelta, pero a ellos no le enseñaron cartulinas cuando allí, en la ida, fueron totalmente agresivos. Son cosas que nadie sabe. Quizá lo sabrán algunos", se pregunta el máximo dirigente blanquiazul.

La jugada clave en aquella eliminatoria fue la expulsión de Jorge Andrade por dedicar una caricia con el pie a su amigo Deco, con quien coincidió durante varias campañas en las filas del Oporto. Las protestas del central no sirvieron para nada. "¡He is my friend, he is my friend!" -¡él es mi amigo, él es mi amigo!-, le reiteró una y otra vez al árbitro. Todos, salvo Merk, entendieron la fatídica patadita como un gesto sin mala intención, incluido el propio Deco. "No sé si fue jugando o en serio, pero Andrade es mi amigo y no interpreto el golpe que me dio como una agresión. Fue un acto reflejo", confesó entonces el todavía centrocampista culé. El Dépor recurrió y la UEFA admitió el error, pero sólo rebajó la sanción de dos partidos a uno. César tuvo que suplir al luso en Riazor, pero tuvo la mala suerte de cometer un penalti sobre Deco que Derlei transformó dando la clasificación a su equipo y enterrando, quizá para siempre, las ilusiones coruñesas de disputar una final de la Champions.