Mallorca fue su punto de partida en la elite y el domingo será una meta volante. Cuando la cruce, Juan Carlos Valerón cumplirá 300 partidos en la máxima categoría, una marca suculenta de la que se siente "orgulloso". "Es algo bonito. Cualquiera que alcance ese número debe estar contento", reconoce el grancanario. Han pasado casi doce años desde su debut, pero recuerda bien el día que Héctor Cúper le dio la alternativa. Acababa de dejar la Unión Deportiva Las Palmas para dar el salto a Primera con el Mallorca, que pagó por él 750.000 euros (125 millones de pesetas). El 31 de agosto de 1997, en la jornada inaugural de la Liga 1997-98, disfrutó de sus primeros diez minutos contra el Valencia. Sustituyó a Engonga y su entrada en el Lluis Sitjar fue decisiva: "Íbamos 1-1 cuando salí. Hubo una jugada en la que entré en el área, centré y el balón tocó en un defensa (Cáceres) y se fue para dentro. Fue el 2-1".

Pese a su juventud -22 años- participó en 36 partidos en su primera campaña en la elite. Iba a ser el suplente de Palhinha, campeón de la Copa Intercontinental con el São Paulo, pero el brasileño chupó banquillo. Valerón era mejor que él. Así de simple. Inmediatamente llamó la atención de los grandes, en especial del Atlético de Madrid, que pagó por él y por Óscar Mena 7,2 millones de euros (1.200 millones de pesetas). En el Calderón siguió creciendo como futbolista, aunque en su segundo año de rojiblanco no pudo evitar el descenso. "Eso fue lo más duro de mi carrera, más incluso que las lesiones -confiesa-. En el Atlético quizá me faltó un poquito de madurez para estar en un equipo con tanta exigencia y tanta presión como había en aquel momento". En sus dos campañas como colchonero participó en 65 partidos de Liga, en los que firmó siete tantos. Tenía demasiado talento para volver a Segunda y el Dépor, flamante campeón de Liga, lo fichó junto a Molina y Capdevila. Pagó 21 millones por los tres. En A Coruña el Flaco encontró la estabilidad que necesitaba. Ésta es su novena campaña en Riazor. Aún le queda un año más de contrato y le encantaría seguir quién sabe si hasta cumplir cien partidos más en Primera: "¿Llegar a los 400? No es algo que ahora mismo me preocupe. ¿Quién sabe? Si llego, bien; y si no, tampoco pasa nada".

Ha vivido muchos momentos dulces a lo largo de su dilatada carrera en la elite, el último el pasado domingo ante el Villarreal, pero se le hace imposible elegir sólo uno. "No puedo. Son muchas historias, muchos recuerdos. Estoy muy contento por todo, por haber tenido la oportunidad de disfrutar del fútbol, de vivir de esto y de estar tanto tiempo ahí". Ahora sólo piensa en "seguir ayudando", como ha hecho siempre desde que llegó al Deportivo. Anteayer brilló como antaño liderando el ataque coruñés y quiere mantener el listón igual de alto en Son Moix: "Siempre es especial enfrentarte a un equipo en el que has militado. Va a ser complicado porque ellos se juegan muchísimo, pero nosotros queremos seguir ganando partidos".