El Manchester United, defensor del título, se proclamó ayer campeón de la Premier al lograr el punto que le faltaba con su empate a cero ante el londinense Arsenal en el encuentro disputado en Old Trafford en la penúltima jornada del torneo inglés. Con 87 puntos y a falta de una jornada para concluir el curso, el conjunto del escocés Alex Ferguson se corona en su campo vencedor de la Liga inglesa por tercera temporada consecutiva e iguala el récord británico que hasta ayer tenía el Liverpool, al sumar 18 trofeos en la competición nacional (y el undécimo desde que el torneo se llama Premier League).

El United, finalista de la Champions, junto con el Barcelona, corroboró ante su afición la hegemonía que mantiene, un año más, en la máxima categoría del fútbol británico. Sumó en el Teatro de los Sueños su decimoctavo título de Liga, igualando así el número de trofeos nacionales que tiene el Liverpool, hasta ayer el club británico que presumía de contar en su palmarés con el mayor número de títulos de Liga acumulados.

Los Rooney, Ronaldo y Giggs del United estuvieron impecables. Los hombres de Alex Ferguson se negaron a caer en la autocomplacencia y recibieron a los cañoneros que dirige el francés Arsene Wenger sin relajarse y lograron un empate sin goles. Tras concluir su compromiso la plantilla de Alex Ferguson selló oficialmente el trofeo nacional, del que solo les separaba un punto. En medio de la euforia, el extremo portugués Cristiano Ronaldo indicó al canal británico Sky Sports que el club había conseguido "un logro fantástico al ganar en casa otra vez la Premier League". Un sonriente Ronaldo no quiso hablar del futuro y, evasivo, comentó que "nunca se sabe" para enfatizar que tras sellar la Liga, el conjunto de Ferguson quiere, ahora, "ganar la Liga de Campeones", donde disputarán el 27 de mayo la final ante el Barcelona. "Hemos ganado la Liga y ahora queremos ganar la Champions. Estos días que vienen, nos concentraremos en esto", dijo el internacional luso.

En un ambiente festivo en el llamado Teatro de los Sueños, los jugadores fueron pasándose el trofeo ante los gritos de sus seguidores y ante el rostro visiblemente complacido de su entrenador, un Alex Ferguson más sonriente que nunca, al frente de un equipo que este año apenas ha mostrado fisuras en toda la temporada.