El brote de violencia "a gran escala" entre aficionados que se desató el pasado martes en el estadio de Upton Park ha vuelto a poner en el punto de mira el fútbol británico y ha levantado la alarma de las autoridades ante el temor de una reparación del fenómeno hooligan en este deporte. "Cualquiera que piense que el vandalismo tiene algún tipo de cabida en el fútbol moderno sigue viviendo en la época de las cavernas", señaló ayer, vehemente, el ministro del Interior británico, Alan Johnson, quien tildó de "vergonzoso" el incidente.

Y no es para menos. El estadio del equipo londinense West Ham United parecía anoche, antes, durante y después de la disputa de la segunda ronda de la Copa de la Liga (popularmente conocida como Carling Cup) con el Millwall una verdadera batalla campal. No faltaron los gritos, las botellas voladoras, la violencia gratuita y también, y a consecuencia de todo esto, la intervención policial con decenas de agentes desplegados que no daban a basto, las detenciones -al menos trece arrestos- y los heridos. Las escenas esperpénticas vividas dejaron varios heridos, entre ellos un hombre de 44 años con una herida de puñal en el pecho que se encuentra en condición "estable".

Ambos clubes cuentan con un notorio historial plagado de rivalidad a lo largo de las décadas que ha motivado, incluso, que los grupos de hooligans (hinchas violentos) de los dos equipos hayan dado material para guiones de películas en los últimos años (como Green Street o The Football Factory).

En los 70, estos clubes ya fueron noticia, y no precisamente por motivos estrictamente deportivos. Se registraron escenas cargadas de violencia durante un encuentro conmemorativo disputado en 1972 en el que los seguidores de ambos conjuntos se enzarzaron con las manos tanto dentro como fuera del campo. Cuatro años después, un seguidor del Millwall fallecía al caerse de un tren tras un altercado con un hincha del West Ham en una estación de metro de Londres.

La federación de fútbol inglesa (FA) se ha apresurado a condenar los hechos y ha advertido a todos los implicados en los disturbios que se les sancionará "de por vida". El consejero delegado del West Ham United, Scott Duxbury, lanzó un mensaje tranquilizador en el que insistía en que éste es un equipo "familiar" y en el que asegura que todas las personas relacionadas con el club están "en estado de shock y destrozados por lo sucedido", y se hizo hincapié que los altercados lo provocaron sólo un grupo pequeño de hinchas violentos.