Ganó sufriendo, como de costumbre cuando vence, pero ganó. Necesitaba los tres puntos con urgencia para recuperar algo de aire. Lo consiguió el Dépor, remontando con más coraje que fútbol el tempranero gol de Nieto, con tantos de Riki, Lassad y Laure. Coro, de penalti, recortó distancias para convertir la recta final en una agonía. Al final el equipo coruñés logró su objetivo. Tumbó al Girona, pero no a sus dudas. Para aspirar de verdad al ascenso hay mucho que mejorar. Muchísimo.

Llegaba el conjunto de Oltra más necesitado que nunca después de su decepcionante actuación en Cartagena, otra más fuera de casa. Ante el Girona, un equipo al que había goleado en la Copa (5-1), tenía la ocasión de reencontrarse con sí mismo y a la vez con su afición, cuya paciencia ni puede ni debe ser infinita. No sólo había que ganar. Era necesario convencer. Sin embargo, el Dépor volvió a darse de bruces con la cruda realidad muy pronto, en el minuto 4. Nadie contaba con empezar perdiendo, pero Nieto aprovechó un despiste defensivo para firmar el primero. Otra vez a remar contra corriente. Quedaban 86 minutos largos por delante para levantarse. Era el momento de tener paciencia, rearmarse y proponer algo de fútbol combinativo con el que sorprender a la defensa catalana. Nada de eso apareció. Sólo pelotazos, imprecisiones fruto de la ansiedad y muchas pérdidas de balón inexplicables.

Herido y sin ideas, el Dépor se quedó durante varios minutos en estado de shock, como si no se acabara de creer lo que le estaba pasando. Tampoco Oltra encontraba una explicación desde el banquillo. Gritaba y gesticulaba mientras daba instrucciones, pero todas caían en saco roto. Momentáneamente ambos conjuntos intercambiaron sus papeles. El catalán era un equipo bien armado atrás, organizado y con criterio en la distribución. El coruñés, por contra, se veía desarbolado, sin ideas y con muchos problemas hasta para pisar campo contrario. Recurrió a la solución fácil, balonazos en largo a la espera de que Riki rascara algo. Valerón, desaparecido hasta entonces, veía pasar el balón por el aire. Sin los destellos de El Flaco, el Dépor es un equipo plano, sin patrón de juego. El Girona se sentía cada vez más cómodo. Tanto, que Nieto, el autor del 0-1, acarició el segundo al culminar una contra con un disparo potente que se marchó alto por poco. Dudaba el Dépor, maniatado por un rival teóricamente inferior, y también una parte de la afición, incrédula ante semejante esperpento.

Los minutos pasaban y el equipo coruñés seguía siendo una caricatura de sí mismo. Necesitaba un gol antes del descanso para meterse en el partido y lo encontró en una jugada aislada. Colaboró el Girona perdiendo un balón en una zona caliente del campo, donde Valerón se mueve como nadie. El Flaco buscó el pase entre líneas a Riki, que se acomodó el balón antes de conectar un zurdazo potente con el que sorprendió a Santamaría (m.27). Empezaba un partido nuevo para el Dépor. De golpe recuperó la fe gracias al gol de Riki. La fe, no el fútbol. Siguió atascado, sin dar más de cuatro pases seguidos, aunque a base de arreones consiguió meter al Girona en su área. Sin demasiada brillantez, pero con empuje. Ponerse el mono de trabajo era lo mínimo que le podía ofrecer a la afición. Y se lo puso el Dépor para buscar el segundo. Cargó con el corazón Riki nada más comenzar la segunda mitad para ganar la línea de fondo y meter un pase de la muerte que no encontró rematador. Casi en la jugada siguiente pidió penalti tras caer dentro del área y tres minutos después, en el 51, falló lo más fácil. Valerón lo dejó solo y el madrileño perdonó ante Santamaría. Poco a poco el Dépor se iba entonando. Crecía por ganas y también por fútbol, con El Flaco apareciendo entre líneas y Riki dejándose caer a la banda para arrancar desde atrás. Hasta Colotto se vistió de nueve para sumarse al ataque, primero con un cabezazo y luego con una volea. Cargaba el Dépor con todo, en jugada y a balón parado. A la salida de un córner Jesús Vázquez se encontró con un balón franco para el remate. Su disparo hizo temblar el larguero. Mala suerte, como la que luego tuvo Riki al querer entrar con el balón dentro de la portería. Le faltó temple, el que tuvo Lassad para firmar el 2-1 a pase de Guardado. Luego llegó el tercero, de Laure. La fiesta duró poco, lo que tardó Coro en reducir distancias de penalti. Agonía final, pero con final feliz.