El Deportivo mantiene el liderato como mejor equipo local de Segunda División. Es una de las mejores conclusiones que se pueden sacar tras el empate sin goles que alcanzó en Zorrilla, frente a un Valladolid que iguala a los coruñeses en esta clasificación y que contabilizó su primer partido sin marcar en su campo. El punto permite a los blanquiazules romper con su trayectoria negativa a domicilio, pues tan solo habían sido capaces de lograr dos victorias y otro empate, también sin goles, en Murcia. Regresar sin encajar también es noticia para los deportivistas, que ayer mostraron mayor solidez que en anteriores partidos como prueba el hecho de que Aranzubia apenas tuvo que intervenir. Eso sí, tuvo tres paradas decisivas para mantener la puerta a cero, aunque también tuvo la fortuna de que otro disparo se fue a la madera. Misma suerte tuvo el cancerbero local, que no llegaba a un cabezazo de Colotto que repelió el poste. Hasta en eso empataron ambos equipos, que salieron más preocupados por no encajar que por marcar.

La aportación ofensiva, de hecho, fue casi nula. Una mano made in Aranzubia y un disparo de Sisi al palo izquierdo de la portería coruñesa fue todo lo que hicieron Deportivo y Valladolid en ataque en cuarenta y cinco minutos de partido. Jaime, portero local, podía haberse quedado en el vestuario visto lo visto en esta parte del encuentro. Aranzubia justificó su presencia con el despeje a córner a cabezazo de Nafti. Sobre el césped estaban dos de los principales candidatos a alcanzar uno de los dos billetes directos que tienen como destino el retorno a la Primera División del fútbol español. No lo parecía. Aunque si se le echa un ojo a la clasificación y se comprueba quién está al mando, tampoco puede extrañar. Pucelanos y coruñeses intentaron jugar, aunque fuese en la parcela central del terreno de juego, cosa que no hace el líder de la categoría. Con todo, les faltó profundidad a los futbolistas de los dos equipos que ayer contendieron en Zorrilla; y remate en las mínimas oportunidades que tuvieron para hacer algo de daño ante la portería rival.

Faltaba de casi todo, menos toque en corto. Fue el estilo adoptado por el Deportivo para hacerse con el mando del encuentro. Salió el equipo coruñés a imponerse y marcar el ritmo. Consiguió hacerse con el balón y dejó al Valladolid la opción de jugar a la contra. Y así llegó un cabezazo de Javi Guerra, el esperado en Pucela, con el que batió a Aranzubia. El asistente que llevaba la defensa blanquiazul levantó el banderín y obligó al árbitro a anular un gol por fuera de juego, que parece que es inexistente. Se salvaron los coruñeses, porque sólo iban seis minutos de la segunda parte. Cincuenta y un minutos de juego sin que el cuadro blanquiazul se asomase por las proximidades de la portería local. Poco tardó en llegar el primer remate con cierto peligro. Una falta que Zé Castro metió hacia Colotto y éste cabeceó alto por poco.

Control y dominio para los deportivistas, pero las oportunidades eran para los pucelanos que intentaban exprimir al máximo las contras con las que obligaron a Aranzubia a demostrar su categoría y a la defensa a trabajar al máximo para mantener la portería a cero. Con la intención de cerrar espacios en la medular, Oltra hizo debutar a Borja, que se estrenó como deportivista ante su antiguo equipo, y la posible ansiedad del ourensano le llevó a ver la cartulina amarilla recién entrado al terreno de juego. Había que asegurar en el centro, pero también buscar más velocidad en ataque. El recurso fue Salomão, en lugar de un desdibujado Bruno. Y a la contra pudo llegar la primera gran ocasión del Deportivo. Lassad se va en carrera por la izquierda con dos contrarios cerrándolo, mientras que por el centro iba Guardado libre de marca. Estuvo el mexicano casi un minuto esperando el balón, que no le llegó por la obcecación del marsellés de jugar con la cabeza agachada.

Era la ocasión de poner la puntilla. Apenas quedaba tiempo, pero sí el suficiente para los sustos, como el que llevó Colotto a la grada de Zorrilla al cabecear al poste un córner lanzado por Salomão. Fue la gran oportunidad. La de verdad. La fortuna estuvo del lado pucelano. La que en la primera parte le había dado la espalda en una acción mucho más clara. Empate a palos. Y los dos siguen donde estaban.