Aunque todavía no levantó la Copa de los Mosqueteros, el serbio Novak Djokovic ya manda en París, donde impone su estatus de número 1 del mundo, en la pista y fuera de ella. En su último duelo, que le sirvió para meterse en octavos de final contra el británico Aljaz Bedene, manejó el partido a su gusto. Djokovic maneja todas sus armas para hacerse con un torneo huérfano de su principal dominador, Rafael Nadal, y de su hombre más carismático, Roger Federer, el preferido de los aficionados franceses. No lo tendrá nunca tan cerca como en esta edición.

Con la baja de Nadal, su ruta hacia su cuarta final, la segunda consecutiva, aparece despejada. De los 7 rivales que figuran en su parte del cuadro, ninguno parece, sobre el papel, en disposición de desviarle de su objetivo, que le convertiría en el octavo tenista de todos los tiempos en poseer los cuatro grandes. Ninguno de esos siete rivales le ganó un partido en los últimos tres años, lo que muestra que el serbio también gobierna sobre la pista.

El español Roberto Bautista, su rival por un puesto en los cuartos de final, solo le arrebató un set en cuatro partidos y tampoco le derrotaron en ese periodo, ni Tomas Berdych ni David Ferrer, sus teóricos rivales por un puesto en las semifinales de la cita gala. Ni tampoco Marcel Granollers, el austríaco Dominic Thiem, el belga David Goffin y el letón Ernests Gulbis, candidatos a ser su rival en semifinales. La última vez que Djoko perdió contra uno de ellos fue en el torneo de Roma de 2013 contra Berdych.

El serbio avanza hacia el título con seguridad. Si vence a Bautista -el partido previsto inicialmente para ayer fue programado para hoy debido a la jornada de lluvia- igualará a Nadal con 10 cuartos de final en Roland Garros, uno menos que Federer.

Además, se clasificaría por trigésimo sexta vez para unos cuartos de un Grand Slam, igualando así a André Agassi en una clasificación también dominada por el suizo Federer con 47. De conseguirlo, el tenista serbio encadenaría 27 cuartos de grandes consecutivos. Estadísticas insuficientes para considerarle aun el jefe de una cita del prestigio de la ronda gala como Roland Garros, pero Novak Djokovic ya manda en París