El Madrid quiere la décima Copa de Europa de baloncesto, ahora Euroliga como refrendo a las excelencias de su juego en las últimas temporadas, aunque Fenerbahçe (hoy, 20.30 horas), en primera instancia, y CSKA u Olympiacos, en segunda, no se lo pondrán fácil.

Independientemente de los títulos, el juego del Madrid ha enamorado a Europa en los últimos cinco años. Con la llegada de Pablo Laso, el equipo abandonó el juego cicatero y defensivo que estaba instaurado en el Viejo Continente como única vía posible hacia el éxito.

El Madrid se reinventó y apostó por la velocidad, por el contraataque, por no hacer un juego especulativo y por que los aficionados volvieran a entusiasmarse con un juego bonito, riguroso y efectivo.

La consecuencia es la presencia en su quinta final a cuatro en los últimos siete años, con el título de 2015 en la capital de España y con la presencia en la final tanto en Londres 2013 como en Milán 2014.

El equipo español conserva el esqueleto de la plantilla de cuando se proclamó campeón en Madrid 2015 con Rudy Fernández, Andrés Nocioni, Jonas Maciulis, Felipe Reyes, Gustavo Ayón, Jaycee Carroll y Sergio Llull.

Y lo ha aderezado con jugadores de calidad y probada eficacia como Anthony Randolph, Othello Hunter, Trey Thompkins y Jeffery Taylor. Mención aparte merece la explosión de Luka Doncic, que a sus 18 años recién cumplidos, ha minimizado la marcha de Sergio Rodríguez a la NBA.

Laso ha ido cumpliendo todos los objetivos marcados: título de la Copa del Rey, primer puesto en la Liga y en Euroliga y clasificación para la final a cuatro. Y todo ello sin vaciar, aparentemente, el deposito de gasolina de un equipo que lleva ya 69 partidos oficiales en sus piernas y decenas de miles de kilómetros de desplazamientos.