Sin hacer un partido malo para olvidar, el Leyma Basquet Coruña sucumbió ante el Club Melilla Baloncesto (67-78) cometiendo los errores de casi siempre. Los naranjas se enfrentaron a un rival con un talento especial para el tiro que hizo que el partido estuviese siempre decantado hacia el lado visitante.

Como es habitual, el equipo coruñés hizo un buen primer cuarto, que estuvo igualado aunque los datos desde la línea de 6.75 no auguraban nada nuevo ni bueno. En los diez minutos iniciales el Leyma intentó siete triples y no consiguió ninguno. En cambio, el Melilla Baloncesto anotó tres de nueve.

Y en el segundo cuarto comenzó a fraguarse, como casi siempre, la derrota de los naranjas. En ataque fallaron tiros claros y cómodos y perdieron muchos balones. Pero lo peor fue la pájara tradicional que aparece cuando las canastas no quieren entrar. Aranzana dio entrada a dos bases a la vez en la pista y el juego local ganó en rapidez y fluidez pero la casi inapreciable aportación del tiro exterior, seis puntos por los dieciocho del rival, hizo imposible llegar al descanso con una desventaja de menos de diez puntos, 32-45.

Después de recibir las instrucciones pertinentes en el vestuario, los jugadores del equipo coruñés salieron a por todas en el tercer cuarto. Lo intentaron, le endosaron a Melilla un esperanzador parcial de 8-0 pero el rival volvió a sacar a relucir su impresionante calidad en el tiro desde cualquier parte de la cancha.

Después de pasar de una desventaja de 18 puntos a 9, el Leyma empezó a creer en la remontada. Sin embargo persistía en el fallo exterior y con él nacía la imposibilidad de acercarse en el marcador más de esos nueve puntos.

Al último parcial llegó Melilla con doce puntos de colchón, y ayudado por la grada el equipo coruñés lo intentó pero sin triples en los diez minutos definitivos la remontada era ya algo completamente inaccesible. La afición animó hasta el final coreando un "sí se puede" en el que era muy difícil creer.

Al final, el fallo exterior condenó a un Leyma que no hizo un mal partido pero ante un equipo como Melilla, tocado por la varita del hada de las canastas en el último segundo de posesión, esa escasez de triples es prácticamente firmar la crónica de una muerte anunciada.