A finales de los 90 empecé la universidad en A Coruña para estudiar Ciencias de la actividad física y deporte y lo hice con un entusiasmo desmesurado ya que podría cursar las maestrías de mi deporte preferido: hockey sobre patines. Cuando llegó la primera clase, ahí apareció Alberto. Todos los alumnos que estábamos nos preguntábamos lo mismo: ¿Quién era? ¿Había jugado? ¿Entrenado? De noche buscando en Google supimos que nuestro profesor era Alberto Areces Gayo, pero nadie mejor que su compañero en el Amigos del Cibeles, Roberto Llamedo, para recordarle: "Fue formado en el colegio Santo Domingo de Oviedo bajo la atenta mirada del Padre Valdés, alma mater del hockey asturiano. Gayo, como era conocido en Asturias, era un defensa con un patín rápido, a la vez elegante y con un disparo de pala seco, potente y bien dirigido. Jugador de equipo con una visión de la jugada digna de los elegidos. Así en el año 1969 con el colegio Santo Domingo se proclamó campeón de España de juveniles en Bilbao, primera vez que un equipo no catalán lo conseguía. Una vez en la élite, fue santo y seña del Cibeles y el Liceo de los años 80, con el que gana tres ligas (1983, 1986 y 1987), dos Copas del Rey (1983 y 1984), una Copa de Europa (1987), con veintidós internacionalidades con la selección española en su palmarés".

A medida que avanzaba el curso nosotros fuimos conociendo más al Alberto profesor, considerado un profesor especial y exigente pero muy cercano a los estudiantes. Amaba el INEF, la docencia y el hockey suponía una parte importantísima en su vida. En una de sus tutorías coincidimos en su despacho con su gran amigo y también profesor, Ángel Vales. Los dos estaban empezando a investigar y desarrollar su trabajo en deportes de equipo. Ángel nos contó cómo lo conoció: "Yo era un niño que con el equipo del colegio Santa María del Mar jugaba un torneo de fútbol sala en el colegio Liceo La Paz, del cual Alberto era profesor y entrenador de hockey sobre patines. Accediendo a los vestuarios antes de un partido lo vi entrenando a un grupo de jóvenes patinadores, por un momento me quedé parado, me fijé en él, en cómo dirigía aquella sesión de entrenamiento, su intensidad, su forma de comunicarse con aquellos niños. Era un entrenador especial".

El curso académico, mientras tanto, estaba llegando a su fin y con él la hora de los exámenes. El primero que tuvimos fue el de Maestría de Hockey, más concretamente el de Reglamento. Como la gran mayoría jugábamos a hockey, unido a que no teníamos mucho tiempo con tanto examen, solo lo estudiamos por encima y claro... ¡la nota no fue muy buena! Hablamos con Alberto y, mientras hacía su característico toque de dedos índice-pulgar, simplemente nos dijo: venid el jueves por la tarde con los patines y el stick y repasamos. Llegamos a la pista y nos lo encontramos entrenando a sus niñas, el equipo femenino de hockey sobre patines del INEF, el primero de Galicia. "Fue capaz de transmitir esa pasión por un deporte que para muchas ha sido el de nuestra vida, nos llevó hasta lo más alto por España adelante, e incluso más allá, sin olvidar mencionar un solo río donde había pescado. Manejó con tanta maestría y paciencia aquel vestuario femenino al que casi nunca podía entrar y que no llegó a entender del todo, pero del que supo disfrutar y aprender tanto como cada una de nosotras", recuerda Cristina Fernández.

Con el paso de los años, las tertulias en su despacho, conferencias, artículos, doctorado? Alberto pasó de ser para mí, para nosotros, un simple profesor a un amigo y un padre deportivo al que podíamos acudir siempre que necesitáramos el mejor de los consejos. Ahora nos falta nuestro amigo, profesor, entrenador y compañero de equipo. Lo tenemos que recordar por su sencillez, su hablar dulce, cadencioso, pausado y a la vez con ese acento agallegado, producto de los muchos años vividos en A Coruña. Pero sobre todo por su amplia y generosa sonrisa.

* Colaboraron en el artículo: Ángel Vales (profesor en el INEF), Roberto Llamedo (compañero de equipo en el Amigos del Cibeles), Cristina Fernández (jugadora del Inef Galicia) y Luis Velasco (compañero de equipo en el Amigos del Cibeles).