Rodeados de bengalas, bufandas, y banderas fueron recibidos los campeones del mundo a su llegada a París sometidos a un auténtico baño de masas para combatir la resaca más dulce de sus carreras tras conquistar el domingo su segundo campeonato del mundo en manos de Croacia.

Ya entrada la tarde, aterrizó la mejor generación francesa de fútbol, junto con la de 1998, con un sonriente Hugo Lloris a la cabeza portando la copa que les acredita como mejor selección del mundo para los próximos cuatro años. El portero y capitán de Francia era el primero en abandonar el avión que les traía de vuelta para ser recibidos en el aeropuerto parisino por la ministra de deportes, Laura Flessel. También lo haría el presidente francés, Emmanuele Macron, que agradeció a los jugadores "hacernos sentir orgullosos" en una de las paradas de la selección como fue el Palacio del Elíseo. La visita al presidente estuvo precedida por el paso de los campeones por la avenida de los campos Elíseos, donde les esperaban miles de parisinos para celebrar el triunfo.