Un gran Atlético, agigantado ante un desafío enorme, anuló y devoró al Juventus en el partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones, disparado hacia el duelo de vuelta en Turín por los goles de los uruguayos Giménez y Diego Godín y un sensacional 2-0.

Ganó con indiscutible merecimiento, no recibió ningún tanto en contra y llegará al Juventus Stadium con dos goles de ventaja. Un plan y un desenlace perfecto para un equipo que quiere la Liga de Campeones.

Y pese al VAR. De estreno en los octavos de final del torneo de los torneos, sin él la ventaja habría sido incluso mayor para el conjunto rojiblanco, por un tanto anulado a Álvaro Morata, concedido primero por el árbitro, antes de visionar de nuevo la jugada. Ni siquiera eso le hizo decaer.

Cada nuevo estadio necesita sus historias; momentos imborrables que transcienden el tiempo. En ello está el Metropolitano, que ya disfrutó con las semifinales de la Liga Europa ante el Arsenal y que ahora quiere más. Mucho más. Ya tiene una noche de Champions vibrante, pero aún queda completarla el 12 de marzo en Turín.

No hay matices en la competitividad del Atlético. Tampoco en Diego Costa. Un guerrero, como lo calificó Simeone, pero también mucho más. El 19 rojiblanco fue el elegido para un partido de alto voltaje por Morata. También fue el faro sobre el que entendió el Atlético el origen de su partido; primero para desprenderse de la presión del Juventus.

Diego Costa "aún no está para aguantar 90 minutos" -aguantó 57- cuando fue reemplazado por Morata, y se cayó de la vuelta por una amarilla que nada tuvo que ver con el juego pero cada batalla por el balón fue suya. Por arriba, por abajo, contra Chiellini, contra Bonucci y contra De Sciglio, que lo derribó al límite del área. El árbitro señaló penalti; el VAR le rectificó.

No encontró el gol el Atlético entonces, al borde de la media hora, negado por Szczesny a Griezmann, como antes lo había hecho en un derechazo de Thomas o como había ocurrido antes en el otro área, con Oblak a sendos tiros de Cristiano y Dybala.

Al borde de la hora de partido, era el momento de la segunda parte del plan: Morata por Costa, primero; Lemar por Thomas, después. El objetivo era transformar en el marcador un partido que sobre el terreno era suyo. Lo logró el Atlético, con un sensacional testarazo de Morata en un estupendo pase de Filipe... Pero lo frustró el VAR. Insistió e insistió hasta que logró lo que tanto buscaba: el 1-0. Instantes después se agrandó la fiesta, cuando Godín, impecable todo el duelo, culminó la apoteosis: el 2-0.