El Madrid doblegó ayer al Valladolid en un partido en el que los blancos sufrieron mayor turbación e inquietud de lo que hace pensar el marcador (1-4), ya que los vallisoletanos gobernaron la primera parte, aunque acabaron sometidos.

Llegó más y mejor el Valladolid durante los primeros minutos. Los de Sergio González salieron insolentes y descarados aun con el riesgo de desfondarse. Fueron dos acciones prácticamente consecutivas las que revolucionaron el partido, aunque el Madrid no sufrió daño en el marcador. Primero, un penalti fallado por Rubén Alcaraz (min. 11) y un gol anulado a los locales por el VAR, tras detectar un fuera de juego de Keko Gontán. Otro tanto, esta vez de Sergi Guardiola, no llegó siquiera a ser anulado, porque el linier levantó inmediatamente la bandera, también por fuera de juego y esta vez mucho más claro.

El Valladolid siguió intentándolo y a la tercera fue la vencida, cuando Anuar Tuhami cogió un balón suelto en el área para batir a Courtois. Con notable solvencia jugaba el Valladolid en ese momento ante un rival inconsistente, cuyo empuje y vitalidad se habían quedado en el vestuario. Todo cambió en el minuto 34, cuando Nacho le ganó una disputa a Jordi Masip y Rafa Varane aprovechó para empujar el balón al fondo de la red.

Tras el tanto madridista, Modric empezó a moverse entre líneas y a jugar más adelantado, ahí parecía cambiar completamente el estado del partido. Después del descanso, un penalti claro sobre Odriozola de Óscar Plano permitió a Karim Benzema adelantar al Madrid. Con la ley del mínimo esfuerzo, los madridistas se veían ganadores y el castigo para el Valladolid era muy duro. Benzema remató a placer en una indecisión defensiva de los vallisoletanos y endosó el 1-3 al filo de la hora de encuentro. La expulsión de Casemiro, por doble amarilla, apenas alteró la marcha del encuentro porque ya para entonces el Valladolid tenía más pundonor que fútbol y no era capaz de gobernar el medio campo. El croata Luka Modric marcó el cuarto para cerrar el encuentro.