"Con 30 años dejé A Coruña y el baloncesto y a mucha gente le sorprendió. La profesión en España está como está y pensé en cómo sería mi carrera deportiva más adelante, no en ese momento. Me la jugué y creo que ha merecido". Xavi López vive una semana frenética. Está a punto de hacer cima, pero aún tiene tiempo de echar la vista atrás y reconocer los riesgos y el premio recién cosechado tras tanto trabajo oscuro. El viernes vivirá desde dentro el tramo final del March Madness: la final four del baloncesto universitario estadounidense, una de las citas del año del deporte de EEUU., que contará con 20.000 espectadores en las gradas del Amalie Arena de Tampa y que mueve millones de dólares en entradas, apuestas deportivas y derechos televisivos. El pasado domingo las Ducks, el equipo femenino de la Universidad de Oregón, llegó por primera vez en su historia a la ronda final de la NCAA y lo hizo con el ex del Leyma entre 2011 y 2013 dando instrucciones desde la banda como uno de los entrenadores asistentes del equipo. "Nos pilló un poco por sorpresa, pero tengo muchísimas ganas. Ya estuve como espectador y fue impresionante. A ver qué me encuentro, aunque ahora solo pienso en trabajar y en estudiar a rivales. Nos clasificamos hace días en Portland, a dos horas de Oregón, y tampoco tuve tiempo de celebrar. Había mucha gente nuestra en las gradas, con 12.000 espectadores siguiéndonos. Fue especial y, por fin, pudimos dar ese paso adelante", asegura Xavi López, que ya ayer viajó con el grupo al estado de Florida, donde se jugarán los duelos decisivos y donde les espera una apretada agenda.

"Cuando llegamos hace cinco años era uno de los peores equipos del país", avanza Xavi López: "Era el número 340 de los 350 que hay en todo Estados Unidos. Fue un cambio increíble. La universidad contrató a Kelly Graves, que había estado 14 años en Gonzaba y lo había convertido en un equipazo. Oregón, por todo lo que tiene, por sus pabellones, por sus instalaciones, podía construir un equipo candidato a la final four. Ayudó también la relación con Nike". Precisamente, las Ducks juegan en el estado base de la multinacional, en unas instalaciones en las que prácticamente nació. Uno de sus cofundadores Phil Knight dona continuamente dinero. Tal es el flujo, que hace poco sufragó la construcción de un campus científico y el pabellón donde actúa el equipo lleva el nombre de su fallecido hijo. Se le ha visto sobre la pista celebrando triunfos del equipo masculino.

El camino desde 2013 hasta hoy para el que en su día fuera base naranja no ha sido fácil. Ya había estudiado en Estados Unidos en su etapa en el college y conservaba contactos en la "costa Oeste en la zonas de Oregon y San Diego", pero a la vuelta nada le eximió de ir escalando paso a paso. En un país al que le gusta publicitar que se premia la cultura del esfuerzo, su caso es paradigmático de self-made man, de hombre hecho a sí mismo. Comenzó como Grade Asistant, el escalafón inferior, en Kansas State, y al poco tiempo acabó en Oregón. "Empecé en una posición baja y fui subiendo poco a poco. Lo hice porque trabajé y me ofrecía para lo que fuera necesario, daba siempre el máximo. Vieron en mí una persona en la que se podía confiar. Aquí si vas con esta mentalidad, se te abren puertas, también es cierto que no regalan nada", razona a quien en su día su técnico Bill Graves calificó como "hombre del Renacimiento" por su capacidad y buena respuesta en casi cualquier tarea. Pronto escaló peldaños y hace dos temporadas ya pasó a ser entrenador asistente, especialmente dedicado a la línea de exteriores del equipo, las bases y las escoltas: "Los cuerpos técnicos son más grandes que en Europa. Tenemos un primer entrenador, tres ayudantes, un director de operaciones y un encargado de vídeo. También hacemos labores de análisis de rivales y de reclutamiento, que es de lo más importante". Precisamente, Xavi López es una de las labores de las que más orgulloso está y en la que cree que han derribado barreras "Tenemos un equipo de talento, que vino de muchas partes del mundo, algo que no se había hecho nunca en Estados Unidos. Había dudas con ellas y hemos roto mitos. Miramos en Europa, en donde sea. Buscamos que cuajen con el ambiente familiar y con el estilo de juego". Cuenta en la plantilla con una española (Maite Cazorla), una australiana y dos alemanas. Una de ellas Satou Sabally apunta a número 1 del Draft de 2020. Y ahora, un año antes, quien puede ocupar esa posición es Sabrina Ionescu, también en el equipo. "Si sigue así, va a ser una de las mejores de la historia", concluye López.

"Se echa de menos el pulpo, la propia ciudad... Sigo al Leyma, miro siempre los resultados, estoy atento. Tengo un viaje pendiente, a ver si vuelvo este verano". Xavi López no olvida donde dio sus últimos pasos como deportista y quien sabe si su regreso a A Coruña se produce con un título universitario bajo el brazo. "A estas alturas todos los que estamos ahí somos equipazos, pero podemos competir con cualquiera. ¿Y por qué no ganarlo?".