Ya solo queda un paso más. La selección española solventó ayer el que era, a priori, el partido más complicado de la fase de grupos, el que le enfrentaba a Italia. Y lo hizo siendo el más fuerte en el cuerpo a cuerpo, en un duelo físico, de mucha calidad y en el que tuvo que reponerse a la igualada de los transalpinos en la segunda parte. También fue decisiva la bola parada. Para un lado y para otro. Con seis puntos tras dos victorias, el conjunto dirigido por Alejandro Domínguez ya se ha asegurado quedar como líder del grupo a la espera del duelo de esta noche contra Angola (20.00 horas) con el que cerrará la fase de grupos. Mañana habrá descanso antes de que el jueves arranquen los cruces directos, con los cuartos de final, las semifinales y la gran final en el horizonte.

Si el estreno ante Francia había dejado algunas dudas, las disiparon ayer los locales. Por juego y por carácter. Empezaron mandando ante una Italia más a la expectativa, esperando el fallo para salir a la contra. Y fue así como llegó el primer gol, pero para España. Mariotti preparó la jugada y le salió al revés. Porque por allí se cruzó un rápido Ferrán Font para robar en el centro de la pista y plantarse ante Barozzi, al que batió en el mano a mano. El del Sporting tuvo la segunda, en una de sus especialidades, las faltas directas „tras una azul a Illuzzi„, pero se le escapó.

Sí lo hizo perfecto Alessandro Verona con su directa por la décima infracción española. El ritmo era tan alto que también volaban las faltas. En medio de la intensidad, salió el genio. El coruñés Ignacio Alabart levantó la cabeza, vio la escuadra libre y mandó la bola al hueco. Lo mismo que el potente disparo de Pau Bargalló para el tercero. Antes del descanso, Illuzzi pudo reducir la distancia pero falló un penalti.

Italia salió mejor en la segunda parte, rondaba el gol, pero tuvo que esperar a una azul vista por Ferrán Font para recortar distancias con otra falta directa magistral de Verona frente a Sergi Fernández. Y seguían las faltas cayendo del bando español, con la decimoquinta que otorgó otra opción a bola parada. No fue Verona, que había acertado dos, sino Davide Gavioli. Falló, pero se resarció minutos después con el empate. Cuando mejor estaban los italianos, la faltas sonrieron a España. Cuando los transalpinos hicieron la décima, Adroher lo tenía claro. Era para él. Y el del Benfica no se equivocó para deshacer la igualada. Pau Bargalló sentenció el triunfo con el quinto, para evitar sustos de última hora. Deberes hechos.