Un testarazo de Morata en el minuto 77, siete después de haber entrado al terreno de juego, surgió al rescate del Atlético , inofensivo, irreconocible, deprimido y al filo de la decepción contra el Bayer Leverkusen, pero ganador a la espera de una reacción aún pendiente en el juego.

Hasta entonces, presionado por dos victorias en sus ocho partidos precedentes, el triunfo es oro para el equipo rojiblanco, porque le ofrece un tiempo que no tiene y que necesita para recomponerse, armarse y reencontrarse con un Atlético más acorde a su nivel, a su potencial y a la ambición de aspirar a todos los títulos.

A la vez, lo mantiene en el camino de los octavos, con siete puntos al ecuador de la fase de grupos, y restituye la confianza y el crédito en casa del equipo rojiblanco, capaz de vencer un duelo que apuntaba al empate a nada.

Ante tal nulidad ofensiva, parece un lujo que Vitolo o Morata sean suplentes. Ninguno de los dos „Vitolo ni siquiera jugó„ fue el primer recurso del técnico.