Hace exactamente dos meses que el coruñés César Carballeira se rompió la tibia y el peroné en el último entrenamiento antes de la Supercopa de España, que iba a enfrentar a su equipo, el Reus, contra su ex, el Deportivo Liceo. Y ocho semanas después, ya está de nuevo sobre los patines. En los peores pronósticos le habían dicho que tardaría medio año en volver a las pistas, hasta la temporada que viene, pero ha acortado laos plazos en tiempo récord y ya prepara su regreso para diciembre. "Contra el Liceo juego fijo", responde, contundente. El partido, con el que se cierra la primera vuelta de la OK Liga, está previsto para el día 17 del próximo mes. "Y si puedo volver antes, contra el Sporting o ante el Lloret, mejor todavía", asegura. El lunes se subió a las cuatro ruedas con entrenamientos individuales, "y perfecto, sin molestias, solo me queda quitarme el miedo", y la próxima semana espera ya estar al ritmo de sus compañeros. "Tengo más ganas que nunca", añade. Porque uno de los peores momentos de su carrera le ha servido para volver con más fuerzas.

Todavía se acuerda de aquel momento en el que escuchó un "clack clack" y se dio cuenta de que no iba a poder empezar la temporada. "Estábamos haciendo un partido después de un entrenamiento", relata, "cuando en una jugada a la contra había dos defensas, uno detrás de mí y otro delante y metí la bola entre las piernas, se me quedó el pie enganchado, me desequilibré, me torcí el tobillo y me senté encima de él". Rotura de tibia y peroné. Unos días después, pasó por el quirófano. Mientras, a sus compañeros les dio tiempo para reponerse del palo y proclamarse campeones de la Supercopa de España tras eliminar al Liceo en semifinales y ganar al Barça en la final. Y nada más volver a Reus, se pasaron por su casa a llevarle la copa. "Fue un gran gesto porque yo en ese momento, en esos primeros días, estaba destrozado", reconoce y dice que todo el mérito es suyo porque "sacaron todo lo que tenían dentro", pero que ahora tendrán que ganar otro título con él dentro de la pista para poder saborearlo mejor.

Esa ilusión le hizo cambiar de mentalidad. "No perdí la sonrisa", dice. Una actitud con la que le hubiese sido imposible volver tan pronto. Nada más quitarle la escayola, empezó a caminar y a las dos semanas ya dejó las muletas. Todo con el objetivo de volver a jugar mientras se tenía que conformar con ver los partidos desdel Reus desde la grada. Y eso también provoca que tenga más ganas que nunca. "Hacía tiempo que no me veía con tantas", admite. Y ya le queda poco, Como mucho, el 17 de diciembre con el Liceo como fecha límite. Será como cerrar el círculo, porque se lesionó justo antes de enfrentarse a su exequipo en la Supercopa y podría volver ante él. Porque además tiene que quitarse el gafe de los duelos contra los verdiblancos. El año pasado también se perdió una de las fechas en rojo del calendario, la visita a A Coruña, en aquel caso por sanción. Ahora puede ser un partido doblemente especial.