Entre los 4.650 inscritos en la San Silvestre hay 21 nacionalidades y una familia sola, los Bishop Iglesias, aporta tres. La madre, Chus, es de A Coruña. El padre, Craig, de Australia. Y sus hijos, Brais, de 23 años, y Carolina, de 19, de Estados Unidos. Los cuatro participarán en familia en la carrera del 31 de diciembre aprovechando que las vacaciones de Navidad les han vuelto a unir después de unos meses separados. Son deportistas natos, aunque el asfalto no es precisamente lo suyo. "Voy a sufrir", reconoce Brais, aunque peor lo pasará su hermana, que estos días se torció el tobillo y será duda hasta última hora. Pero lo importante es pasárselo bien. Es la esencia de la carrera y ellos la personifican a la perfección. Diversión y familiaridad de la mano en la carrera con más sonrisas del año.

Una familia internacional y una historia que también lo es. Chus y Craig se enamoraron en Inglaterra y poco después se trasladaron a Washington, en Estados Unidos, porque él recibió una oferta de trabajo de la NASA. Al poco tiempo se mudaron a Pennsylvania, donde nacieron sus hijos, y de ahí, a California, para asentarse en Monterrey, Chus como profesora en la universidad y Craig como meteorólogo e investigador. Hace cuatro años, Brais „o Bryce según su pasaporte estadounidense y australiano„ se marchó a la universidad y eligió como destino Melbourne. Su padre acabó volviendo a casa el año pasado y su madre pidió este una excedencia para estar también con ellos. Así que ahora en Estados Unidos solo queda Carolina, que empezó la universidad en San Diego. "Somos prácticamente nómadas. Estamos todo el día haciendo y deshaciendo maletas", bromea Chus.

Cada dos años les toca pasar las vacaciones de Navidad en A Coruña, donde reside su familia materna e incluso ellos mismos pasaron una pequeña estancia de seis meses. Pero esta será la primera vez en la que los cuatro se han animado a apuntarse juntos a la San Silvestre. Chus ya sabe lo que es participar, una experiencia que vivió en 2016 y que le gustó tanto que está deseando repetir. "Me encanta la idea de participar porque también irá el resto de mi familia. Queremos contribuir al evento, que me gusta mucho porque es intergeneracional y sin tanta competitividad", dice. "Nosotros solo vamos a pasar diez días juntos y es una buena forma de hacer algo en familia", añade. "Es más divertido que hacerlo solo", aporta Carolina.

El deporte está muy presente en sus vidas. Carolina levanta la mano cuando se pregunta quién está más en forma. Hasta hace poco, de hecho, competía en el nivel preolímpico de gimnasia artística, aunque también pasó por las carreras de vallas y ahora por el skate y el surf. Son unas pasiones que comparte con su hermano, al que le gusta todo lo que se practica con tabla „skate, snow, longboard„ y con su padre, adicto a las olas. "En teoría yo soy la más corredora, lo hago unos 40 minutos al día por la playa, pero llevamos bastante tiempo de viaje, y entre eso y la comida de aquí...", dice la coruñesa. No es una excusa porque el martes, con un 2020 pintado en la cara y el disfraz de Papá Noel, los cuatro estarán en la línea de salida dispuestos a pasarlo en grande.