Llueve y el parque estaría vacío cualquier otro domingo. San Roque escupe espuma al paseo y la sal de mar empapa cada rincón de la ciudad. Cielo plomizo. Anochece. Y todos lo recordaremos, como aquel 3 de febrero en que murió la música, como el día en el que nos dejó Kobe. El chaval se quita la sudadera. Lleva su camiseta. El número 8 y aquella edición de Hollywood Nights que tintara de negro y dorado el púrpura clásico de los Lakers. Es una noche triste. Se ven lágrimas en cada lanzamiento. Ha pasado con él más horas que con muchos de sus amigos. Que con algunos familiares. Ha trasnochado por verle. Ha madrugado por verle y ha ahorrado durante meses para poder comprarse su camiseta. Y llora aunque no lo haya tenido cerca, al menos físicamente, jamás. Como todos nosotros aquella tarde de domingo. Llora en cada crossover imaginario. En cada finta. Solo ha bajado para olvidar. O para recordar. Como Kobe y su enfermiza obsesión por mejorar. Por perfeccionarse. Por llevar su cuerpo y su mente al límite. Por lanzar a canasta y no marcharte hasta haber anotado 800 tiros. Por ganar siempre. Por esa obsesión insana del depredador. O caza o muere. Como Kobe. Por estar en el parque, o en el pabellón, dos horas antes de que llegue todo el mundo. Por dormir en un coche, en un parking, para no perder tiempo. Para darle al baloncesto todo lo que pida. Dos horas y el chaval repliega. No es Kobe. No todo el tiempo, al menos. Labañou dormita ya vacío. Y el Parque Europa. Y las canchas callejeras de esta ciudad donde Kobe, aparentemente, nunca estuvo. Pero no es verdad. Estuvo siempre. Como Mike, Magic y Larry. Como Julius, Lebron, Steph y Dominique. Y Nash. Y tantos otros. Y, como ellos, nunca se irá.Kobe estará en cada pachanga de verano. O en cada tres por tres de San Diego. En cada entrenamiento de los infantiles de Básquet Coruña o los cadetes de Culleredo. En los alevines de Montrove y los sénior de Adfro. Cuando una legión de coruñeses y coruñesas sean Kobe cada vez que botan un balón de baloncesto con el 24 a la espalda. De púrpura y oro.