Nueva prueba para el Deportivo Liceo, que hoy recibe al siempre peligroso Igualada (Palacio de los Deportes de Riazor, 20.45 horas). Segundo contra cuarto. Partido muy complicado para los verdiblancos, que en su persecución del intratable Barcelona -que perdió en la primera jornada de la competición, precisamente en A Coruña, y desde entonces encadena dieciséis victorias seguidas- intenta mantener, y si puede reducir, la distancia entre ambos de tres puntos. Por lo menos de cara a su visita del próximo día 11 de febrero al Palau Blaugrana en el encuentro aplazado de la última jornada de la primera vuelta. Para llegar a ese escenario con el panorama ideal es necesario no fallar. El conjunto culé no lo está haciendo y los coruñeses tendrán la posibilidad de meter presión y dormir hoy a la par que su rival, ya que los culés juegan mañana en Voltregá.

El equipo de Manresa, dirigido por Cesc Linares, es un hueso. Además se maneja a la perfección a la contra. Y es como los rivales más daño han hecho al Liceo, que en los últimos partidos además le ha costado un poco más de lo acostumbrado ver puerta. Tampoco han estado todo lo acertados en defensa los liceístas, por lo que un error de ese tipo contra el Igualada se puede pagar muy caro. Jugadores como Jordi Méndez, que ha explotado esta temporada y es el segundo máximo realizador de la categoría con 23 goles -por los 25 de Pablo Álvarez, primero, y los 22 del verdiblanco Marc Grau, tercero-, Sergi Pla y Ton Baliu son muy rápidos, lo que se completa con el peligro desde fuera del área de César Vives. En la ida, el Liceo se impuso en Les Comes por 3-5, pero los catalanes presentarán en A Coruña un refuerzo con respecto a aquel partido, que se perdió entonces Roger Bars y que hoy sí estará en A Coruña, aunque con máscara, después de recuperarse de una fractura de mandíbula.

Los arlequinados, cuartos con 34 puntos -once menos que el Liceo- tras 11 victorias, un empate y seis derrotas, vienen de ganar el martes al Vic por 0-3 en un partido que tuvo que ser aplazado debido a las lluvias torrenciales causadas por la tormenta Gloria. Será su segundo partido en cuatro días, con un viaje de por medio, por lo que puede pasarle factura el cansancio ante una plantilla larga como es la del Liceo, que siempre impone su poderío físico al final de los encuentros, cuando las fuerzas empiezan a zozobrar en los rivales. La amplitud de banquillo sigue siendo una baza para los verdiblancos, que solo tienen que mejorar sus porcentajes a bola parada para dominar con más tranquilidad sus duelos. Los dos últimos vencieron a trompicones. Contra el Lleida necesitaron dos remontadas. Y en el anterior, frente al Calafell, pese al 4-0, tuvieron más problemas de los esperados. Igualada es un buen rival para volver a coger carrerilla.