Solo queda Messi en el Camp Nou. Y queda, además, sin querer quedarse. Ni rastro de la MSN sobre la que el Barça, y Bartomeu, edificó en el 2015 su gran éxito deportivo (el triplete) y electoral (el tridente). Luis Suárez es la segunda pieza de ese trío que deja el Barça, camino del Atlético para formar un tándem volcánico con el Cholo Simeone. Puro fuego en el banquillo; puro fuego en el campo. En el 2013, el Barça ya regaló a Villa (2,1 millones de euros) al club rojiblanco; en el 2020, dejará ir gratis a Suárez, asumiendo, además, una parte de la ficha.

Fuego que sería un incendio futbolístico si forma finalmente el ataque rojiblanco con Diego Costa, ya que Álvaro Morata se marcharía cedido a la Juventus en ese baile de nueves que termina con el uruguayo, el tercer máximo goleador en la historia del Barça, haciendo las maletas. Se va porque Koeman no lo quería. Y así se lo dijo desde el primer momento. A Riqui Puig le comunicó que no contaba, pero este ya ha informado al club que desea seguir. Él no se va.

Quien sí se va es Suárez, pero no al calcio como socio de Cristiano en la Juve sino para establecerse en Madrid, lo más cerca posible de Barcelona. Hace tres años se fugó Neymar dejando en la caja del club los 222 millones de euros que fijaba su cláusula de rescisión, el principio del caos en el Camp Nou sin que nadie -ni el presidente ni los directores deportivos- lo detectaran.

De Villa a Luis

Se pasa de la operación más cara de la historia del Barça al regalo, con dinero incluido, de Suárez al Atlético. Siete años después se repite la historia de Villa. El Guaje se marchó en 2013 al Calderón. Volvió en mayo del 2014 al Camp Nou para ser campeón de Liga ante el Barça de Tata, justo antes de que llegara Luis Suárez. En el camino, el club azulgrana ha tenido que ejecutar, eso sí, las cláusula de Griezmann (120 millones de euros en el 2019) y casi la de Arda Turan, que era de 31, pero pagó 35 más cinco en variables hace cinco años.

El uruguayo, en cambio, no deja ni un euro. Uno de los fichajes más rentables de los últimos tiempos, aunque su figura quedara erosionada por la decadencia del equipo, se va ahora gratis. Aunque, en realidad, es el Barça quien tiene que asumir una importante cantidad -estaría en torno al 50%- para que su salario en el primer año en el Atlético sea idéntico al que tenía ya firmado hasta 2021. Fichado por Zubi hace seis años en la última reestructuración exitosa de la plantilla, Suárez quería seguir en el Camp Nou. Sí o sí. Pero llegó Koeman y le dijo que no entraba en su hoja de ruta. Lo hizo en una breve llamada telefónica. Y después con el argumento de los hechos: tres amistosos de pretemporadas, tres descartes y ni un solo minuto en el césped.

La llamada del Cholo

Pensaba acabar en la Juventus. De hecho, realizó un viaje relámpago a Perugia la pasada semana para aprobar la prueba B1 de italiano, requisito previo para convertirse en comunitario y poder estar en la Serie A. Pero la Vecchia Signora temió que no llegara a tiempo para inscribirlo en la Champions. El plazo acaba el 5 de octubre. Y Simeone, necesitado de gol y garra como anda, entró en escena llamando al delantero para captarlo para su causa. Le ofrece, además, un contrato hasta el 2022. Koeman se sale con la suya porque el final que imaginó para las vacas sagradas se va cumpliendo. Con más lentitud de lo que imaginaba, pero avanza. Avanza tanto como la soledad de Messi viendo partir a sus amigos.

Primero, Arturo Vidal. "El vestuario te va a extrañar", le escribió Leo al chileno. Ahora, su socio en elataque, amigo y vecino, deja vacía durante dos años la casa de Castelldefels. Muy cerca de la de Leo, invadido ahora por la nostalgia de lo que fue. Y ya no volverá a ser. El nueve que no debía venir porque el Barça quería inicialmente al Kun Agüero, pero los propietarios del Manchester City no lo vendieron.

Llegó entonces Suárez, el nueve antiguo que mejor entendió a Messi. Y Messi se entendió con él como nunca antes hizo con un nueve, foco de incompatibilidades. Fusionados ambos con Neymar dieron paso al ataque más temible que se recuerda. Se va gratis un pistolero. Volverá al Camp Nou el 9 de mayo del próximo año, ya vestido de rojiblanco. Se marcha para convertirse en el nuevo soldado del cholismo, mientras Riqui Puig se resiste a abandonar su casa.