El duelo cumbre del grupo G -el primero de ellos, porque el del 8 de diciembre, de la sexta y última jornada puede ser más dramático- llega en mal momento. Ni Juve ni Barça podrán dar su mejor versión. La cita se celebra en un estadio vacío por causa de la pandemia, los equipos arrastran decepciones -la Juve empató con el Verona y el Barça perdió con el Madrid-, sus entrenadores son nuevos y habrá sensibles ausencias en cada bando. Empezando por la Cristiano Ronaldo, que dio otra vez positivo de Covid-19 anoche, continuando por las de Piqué y Coutinho ene l bando azulgrana, y acabando con Chiellini y De Ligt en las filas italianas.

Al equipo de Ronald Koeman le pilla la monumental crisis en Turín, aunque difícilmente los efectos de la moción que ha laminado el mandato de la junta harían mella en el vestuario. El trato entre los dirigentes y los futbolistas es nulo. Apenas se reduce al intercambio de papeles firmados.

Nunca ha ganado el Barça en Turín, en ninguno de los tres estadios que ha conocido en la ciudad piamontesa. El recuerdo que pervive, por encima del 0-0 de la última visita enmarcada en la más relajada fase de grupos, es el 3-0 de abril del 2017. El segundo aviso de la pendiente que había iniciado el grupo que dirigía Luis Enrique. Vino después del 4-0 de París, prematura y artificialmente enterrado por el milagroso 6-1 de la vuelta.

Koeman pide "tranquilidad y tiempo" para poder desarrollar su trabajo como técnico, que incluye "muchos cambios". Se observan (Dest, Pedri...), aunque se notan poco en la imagen del equipo y en los resultados. Queda todavía por ver la influencia de Miralem Pjanic.