Era un momento de entrenador. Una semana decisiva que marcaría las aspiraciones del Madrid en tres duelos de altura. La eliminatoria ante el Liverpool y el clásico del fútbol español. Con una plantilla castigada por las lesiones y con casos de coronavirus. En la extrema dificultad, Zinedine Zidane sale airoso.

Se acostumbró Zizou al examen constante, a la reivindicación continua. A vivir instalado en el extremo en una temporada en la que su equipo estuvo cerca del abismo en Liga de Campeones, último de grupo en el inicio de la competición, y a once puntos del Atlético en la liga. A la hora de la verdad ya está en semifinales de su competición fetiche y a un punto del líder liguero. El francés ha vuelto a ganar el pulso.

Su filosofía es huir del elogio. En Anfield volvió a quitarse mérito y trasladarlo enteramente a sus jugadores. Estaba feliz, con la sonrisa que había perdido en la víspera por las circunstancias. Una defensa inédita. Obligado a inventar. Con el pase era un momento para sacar pecho y hasta cuando le pusieron el capote al citar a sus críticos, Zidane optó por la cautela: “No les digo nada, estamos vivos en las dos competiciones, pero todavía no hemos ganado nada”.

El gran valor del técnico francés es la gestión del vestuario, de los egos, el calado de su figura en futbolistas que le admiraron como jugador. Con el tiempo le va añadiendo aspectos claves para un entrenador, una evolución en el aspecto táctico que ha exhibido más que nunca en el presente curso, especialmente en una semana en la que su equipo mutó de identidad con criterio.

Fue a por el Liverpool en el Di Stéfano, con tridente ofensivo y obteniendo un resultado clave para regresar tres años después a semifinales. Cambió ante el Barcelona reforzando el centro del campo con un jugador más, Fede Valverde, y castigando con velocidad los errores del eterno rival. Y ya al límite en lo físico, sin Dani Carvajal, Lucas Vázquez, Sergio Ramos ni Raphael Varane en defensa, inventó a Valverde de lateral sin recuperar una defensa de cinco que dio sus frutos en determinados encuentros. La riqueza táctica del Madrid ha variado en función del rival y de los medios de los que dispone.

Se cumplió una vez más la manida frase de Zidane. “Cuento con mis jugadores, los vamos a necesitar a todos”. En un momento clave, con bajas de titulares indiscutibles, el técnico ha conseguido enchufar a toda su plantilla y encontró en Nacho y Militão dos garantías.