El Barcelona confirmó en Múnich que ahora mismo pertenece a la segunda división del fútbol europeo y jugará la Liga Europa tras caer goleado de nuevo ante el Bayern (3-0), que volvió a atropellarle sin piedad en la noche que necesitaba un milagro. El Barça necesitaba hacer lo que nunca había hecho antes para seguir vivo en la Liga de Campeones: ganar en un escenario como el Allianz Arena, ayer con las gradas vacías por la pandemia. Pero su rival, uno de los más en forma del viejo continente, volvió a darle otro durísimo baño de realidad.

Ter Stegen le sacaba el gol de las botas a Lewandowski tras una internada de Müller desde la izquierda y, Jordi Alba, que había forzado para jugar tras acabar con molestias el partido ante el Betis, no podía más y pedía el cambio a la media hora. Salía Mingueza sin apenas calentar consciente de la papeleta que se le venía encima: parar a Coman por banda derecha. Y el francés lo desbordaba nada más entrar en el campo para poner un centro que Musiala cabeceó a manos de Ter Stegen.

Era el segundo aviso bávaro. En la jugada siguiente, Lewandowski encaraba a Piqué y centraba al segundo palo para que Müller cabeceara el 1-0 (m.34), ante la pasividad de Mingueza y Lenglet. Y poco después, Ter Stegen se comía un trallazo de Sané desde fuera del área. El final de la primera mitad frenó la sangría. Pero el Bayern, uno equipo que no sabe dosificarse y que es incapaz de especular, fue a por más tras la reanudación. En la primera oleada bávara de la segunda mitad, Coman regaló el gol a Sané, que remató a las manos de un Ter Stegen ya batido para perdonar el 3-0.

Davies, una pesadilla para la defensa visitante durante todo el partido, rompía por velocidad a Araujo y le regalaba el tercero a Musiala a media hora para el final. El Barça probaba rehacerse a través del balón, presionando arriba, intentando combinar entre líneas, pero languidecía víctima de su nula pegada, esa que le ha llevado a marcar solo dos goles en esta Champions, una cifra indigna y absolutamente insuficiente para merecer jugar unos octavos de final de la máxima competición continental. El Barcelona ya no forma parte de la clase noble europea veinte años después de la última vez que se quedó fuera de disputar las eliminatorias de la Liga de Campeones.