El plan perfecto de Cata Coll

La portera, clave en España tras haber jugado 196 minutos durante la temporada

Cata Coll, felicitada por otras jugadoras de España. |  // HANNAH MCKAY

Cata Coll, felicitada por otras jugadoras de España. | // HANNAH MCKAY / María Tikas

María Tikas

Cuando su representante, Carlota Planas, le dijo en enero “vas a jugar el Mundial”, Cata Coll se rio, como hace siempre, y le contestó: “¿Qué dices? ¿Estás loca?”. Llevaba once meses sin jugar, por esa maldita lesión que ya es una pesadilla en el fútbol femenino, la rotura del ligamento cruzado anterior. Terminaba contrato con el FC Barcelona en junio y su futuro era una incógnita. Aunque estaba en la recta final del proceso de recuperación, que se alargó hasta marzo, no sabía ni cuándo ni cómo iba a volver.

Fue entonces cuando, en una cafetería de Sant Joan Despí, cerca de la Ciudad Deportiva del club azulgrana, Carlota le dijo: “¿Tú qué quieres?”. “¿Yo? Ser la primera portera del Barça y de la selección”, respondió Cata. “Pues es ahora o nunca”. Y trazaron un plan juntas.

Era un plan de pequeños objetivos. De ir paso a paso para llegar a la meta. Primero, la renovación con el Barcelona. “Cuando me dijeron ‘te queremos renovar, te queremos aquí’, y todavía no había vuelto, vi que apostaban por mí, que querían que me quedase y eso significaba algo”, contaba hace unos días.

Fue clave, para el Barça, ver a una Cata con más ambición y ganas de ganarse el puesto que nunca. “Empezó a cuidar la alimentación, con un nutricionista, a trabajar la mente con la ayuda de un psicólogo, a entrenarse en los días libres... Básicamente, a trabajar para controlar todo lo que está en sus manos”, explica Carlota, “porque, al final, la decisión de un entrenador no la pueden controlar”.

El 17 de marzo volvió a jugar. Disputó unos minutos contra el Valencia. Más tarde completó dos partidos enteros, contra el Alhama y el Sporting Huelva. Y, con 196 minutos jugados en toda la temporada, llegó la llamada de Jorge Vilda. Cata aterrizó en Nueva Zelanda asumiendo que no iba a jugar, que estaba por detrás de Misa Rodríguez, junto con Enith Salón, y se lo tomaba como “una pretemporada personal para llegar a tope al Barça”.

De la noche a la mañana cambió todo. Sin avisar a nadie, ni siquiera a las implicadas, Vilda decidió hacer un cambio en la portería ante Suiza. Coll debutaba con la absoluta y lo hacía a lo grande, en los octavos de final de un Mundial. Encajó un gol en propia de Laia Codina, que no se fijó que estaba demasiado adelantada. Lejos de hundirse, y en el día de su debut, sacó todo su carácter y protagonizó una gran actuación bajo palos, que se repitió contra Países Bajos y Suecia. Contra las escandinavas, de hecho, fue una de las grandes protagonistas. Sacó su mano salvadora en tres ocasiones. Y Carlota la ve en la televisión y se emociona, como si de una hija se tratase. “¡El plan, eh!”, le dice la guardameta.