Ciclismo

Landa, con Kuss en su guerra civil

Roglic gana en el Angliru ante Vingegaard después de que el líder perdiese la rueda

Roglic, Vingegaard y Kuss, durante la etapa de ayer. |  // LUIS GÓMEZ

Roglic, Vingegaard y Kuss, durante la etapa de ayer. | // LUIS GÓMEZ / Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Son los mejores y nada se puede hacer ante el poderío abismal del Jumbo. Da igual la montaña que suban, el Tourmalet o el Angliru. Siempre llegan los tres primeros de la general en las tres primeras posiciones de la etapa, hasta el punto de que las circunstancias invitarían a iniciar esta crónica con el destacado de que Mikel Landa conquista la gran cima asturiana al cruzar la meta en la cuarta posición.

Poco o nada más se puede hacer en la Vuelta, eso sí, abierta en cuanto a saber quién será el vencedor entre un Sepp Kuss a la baja, un Vingegaard con muchos números y un Roglic con más segundos de la cuenta en su casillero.

Da lo mismo que haga calor o que la niebla cubra los últimos kilómetros del Angliru. De poco sirve, en el monumental atasco de público y ciclistas, entre rampas de garaje, allí donde crece la Cueña de les Cabres, que los aficionados se queden afónicos de gritar aquello de “¡vamos Mikel!”, porque el titánico esfuerzo de Landa, en su mejor día, sólo le vale para fundir a su equipo y salvar el liderato a Kuss cuando sus dos compañeros, Vingegaard y Roglic (vencedor en el Angliru), lo dejaron olvidado a dos kilómetros de la cima.

El ciclismo es un deporte que también vive de la polémica y de las interpretaciones, de los gestos y de las palabras, de la magia de cumbres como el Angliru y del cariño hacia los cientos de seguidores que se aglutinaron en sus laderas. Público asturiano que observó como Evenepoel fracasaba en su intento por ser un titán en una cima donde no se puede atacar desde lejos. Que vieron como Juan Ayuso y Enric Mas se distanciaban de lo que ya antes de empezar la etapa parecía una misión imposible, subir al podio de Madrid. Y que, sobre todo, sintieron la respiración de los tres mejores de esta Vuelta y al menos dos de ellos, Vingegaard y Roglic, los dos mejores del mundo con el permiso del ausente Tadej Pogacar. Roglic aceleró en la Cueña de les Cabres para romper el plan de Landa y su equipo por ganar la etapa. Y pasó lo de todos los días, como si fuera el plan habitual de desayunar, almorzar y cenar. Los tres de la Vuelta se quedaron solos hasta que a dos kilómetros de la cima Kuss dijo basta para abrirse y para que ni Vingegaard ni Roglic lo esperasen.

Ocurrió lo que debía pasar. Cualquier otra circunstancia, por ejemplo, que hubiesen frenado para que Kuss celebrase el 29 aniversario con una victoria en el Angliru, habría sido un fiasco y una estafa para la Vuelta. Hay libertad en el Jumbo, lo que en el fondo es una alegría para la etapa de hoy, la última de montaña en zona cantábrica, y para la del sábado, otro calvario para ir en bici. Así que, cuando parecía que Vingegaard, que respetó a Roglic y no le esprintó, se iba a vestir de rojo, Landa alcanzó a Kuss y lo salvó por la campana ante la furia de sus dos compañeros.