El Leyma Coruña arregla a domicilio las derrotas en casa. La semana pasada en Valladolid. Ayer en Lugo (68-72). Le van los retos a los naranjas, que encadenan dos victorias de esas que son un aviso al resto. Contra favoritos y donde nadie antes había conseguido ganar. El conjunto coruñés es segundo, un paso más cerca del Breogán. Aunque sigue dando esa sensación de que queda mucho que mejorar en ataque, con errores, pérdidas y fallos de canastas fáciles. Y eso es todavía mejor. Lo que ha hecho ha sido gracias a su personalidad, competitividad y la ya célebre defensa, pero muy lejos de su mejor versión ofensiva, sin Osvaldas Matulionis para los triples, con Dago Peña desaparecido o los pobres porcentajes de tiro. En lo que se está sacando un máster es en el manejo de los partidos y finales ajustados, otra virtud. Siempre aparece alguien. Con mención especial para la actuación de Taiwo Badmus en el tercer cuarto. Pero el que siempre aparece es Zach Monaghan.

El equipo dirigido por Sergio García continúa haciendo de las suyas con esas montaña rusas a las que acostumbra. Del 50-60 con el que parecía encarrilar el último cuarto se pasó en un visto y no visto al 64-52 con el que los locales, de la mano de Larsen, dieron la vuelta al marcador. La frustración en ese momento de Monaghan era máxima. Le habían pitado dos faltas en defensa tremendamente rigurosas, las dos iguales, tras empujones del rival, y como premio extra una técnica. Pero consiguió transformar esa rabia en pundonor —mientras en el banquillo rival el técnico pedía que “lo empujaran su hacía falta le dieran una hostia”—. Una entrada a canasta marca de la casa y un triple devolvieron la ventaja al Leyma (64-69) que después refrendaron los tiros libres de McGhee, que empezó imperial y poco a poco sus compañeros se fueron olvidando de él y dejó de recibir balones bajo canasta, y Jakstas, que prácticamente todo lo que hace lo hace bien.

El 12-13 con el que terminó el primer cuarto no era demasiado alentador. Se habían impuesto las defensas mientras que había demasiadas precipitaciones en ataque. Los dos equipos solo se estaban desgastando mutuamente, conscientes de que todo se decidiría al final. El segundo fue más de lo mismo, pero mejoraron los porcentajes. Sobre todo los del Leyma, al que le empezaron a entrar los triples, tres casi seguidos de Matulionis, Maiza y Monaghan. Los naranjas acumulaban las primeras ventajas, aunque los Quintela se empeñaran en dejar el partido en casa (33-34 al descanso). Ya había una tendencia y desde entonces el Leyma fue un paso por delante afianzado en su defensa. No dejaron estar cómodo a su rival en ningún momento y a arreones, con la aparición estelar de Badmus, estiraron la renta hasta el 46-54 cuando quedaban diez minutos, el reinado de la magia de Monaghan. Ahora los naranjas descansarán dos semanas, la próxima porque ya les tocaba por el calendario y la siguiente por las ventanas FIBA. No volverán a jugar hasta dentro de 20 días en Melilla. Tiempo para seguir mejorando.