El deporte coruñés no comparte la decisión de la Xunta de parar las competiciones y limitar los entrenamientos, pero la acata. Se han hecho muchos esfuerzos para poner en marcha de nuevo el tejido deportivo de la ciudad, demostrando que se trataba de un entorno seguro y prácticamente sin contagios, defienden. Algunos clubes intentaban ayer adaptarse a contra reloj a las restricciones que entraron en vigor, sobre todo después de que el Concello hiciese públicas las nuevas normas de uso de los pabellones deportivos que abre la posibilidad de juntar en una misma pista a varios grupos de cuatro deportistas supervisados por el mismo entrenador —y no por entrenadores distintos, que fue la primera opción— mientras otros decidieron parar toda su actividad a la espera de que la situación mejore.

“Hemos decidido suspender todo menos el juvenil y el sénior, que compiten a nivel nacional”, desvela Sergio Blanco, uno de los coordinadores del 5 Coruña. “Trabajo en el hospital y veo de primera mano lo que hay, así que sinceramente creo que todo el que no sea necesario que entrene debe parar, por lo menos durante dos semanas”, indica. También cree que el deporte no es seguro, aunque el “riesgo cero” no existe ni en el deporte ni en ningún otro ámbito. “Por eso nosotros incluso endurecimos los protocolos, porque los de nacional podrían entrenar sin mascarilla y no lo hacen. Además están muy concienciados, casi no tienen vida social pese a tener todos entre 18 y 21 años”, añade. Aunque esa es una de las razones que precisamente hacen más importante el deporte: “El fútbol sala era su ilusión, su salvación”.

José Carlos Tuñas, entrenador del Coruña Comarca de atletismo, va más allá: “El deporte, con todas las precauciones posibles, es la mejor medicina contra el COVID”. Se refiere a que está demostrado que las personas que regularmente hacen deporte y se encuentran en forma, están mejor preparadas para superar los efectos que produce la enfermedad, pero también a que con todos los protocolos no había prácticamente contagios. Él todavía no sabe muy bien qué se va a encontrar, entiende que más restricciones porque la situación es muy delicada, pero está enfadado por lo que considera que es meter a todos en el mismo saco. “Habíamos hecho muchos esfuerzos y gastado mucho dinero en hacerlo bien y también tendrían que tener en cuenta que al aire libre hay menos problema”, insiste y se lamente que con la suspensión de las próximas competiciones, da “por perdida la temporada en pista cubierta”.

“Es normal que se pare la competición en la situación en la que estamos”, señala por su parte Josep Sellas, coordinador de Compañía de María de hockey sobre patines. “Lo que no acabamos de entender es que se está viendo estos meses que el deporte es un sitio seguro, sin contagios, siguiendo los protocolos y que aun así se deje a los niños sin hacer deporte. Estamos pagando justos por pecadores. El deporte es salud física y mental y los fortalece”, añade. En su caso, el club intenta organizar los horarios y espacios — “íbamos dos días a INEF y por el cierre perimetral lo hemos perdido” —para no parar cien por cien la actividad. Otro de los clubes que ayer iba a mil era el Básquet Coruña de baloncesto. “Estamos intentando organizar todo para hacer grupos estanco de cuatro, con reducción de tiempos y reducción de días”, contesta a la carrera Rubén Vázquez, coordinador naranja, empantanado ayer con la tarea: “No nos queda otra que adaptarnos. Con protocolos muy estrictos y sobre todo con la colaboración de las familias lo estamos logrando”.

De baloncesto también es Carlos Cortés, en su caso del Maristas, que por su parte sí decidió parar. “Hemos hecho ronda con las familias y a partir de la próxima semana iremos estableciendo los grupos, pero entrenaremos solo en el colegio y no en los pabellones municipales y los entrenadores nos tendremos que duplicar y triplicar... pero por lo menos mantener algo”, afirma. Aunque subraya y quiere dejar clara su postura contraria a que se señale al deporte como una de las consecuencias de la actual situación sanitaria cree que “al no haber competición es el momento de ser responsables y en el momento que bajen las cifras volver a lo que se hacía porque estaba funcionando”. Cree que sí que hay muchos padres con miedo y sin embargo hay otros que piden la actividad porque “sus hijos necesitan socializar mínimamente”. Y ahora tendrán mucho tiempo libre que tendrán que llenar con otras actividades menos regladas y seguras.

Temor a restricciones a nivel nacional

La reunión que hoy habrá entre la Federación Española de Fútbol y las territoriales, en la que se pondrá sobre la mesa el futuro de competiciones como la Segunda División B y la Tercera, pone al resto de deportes en alerta. Lo que se decida allí puede hacer que el resto sigan sus pasos. No son pocas las voces que piden también parar, un mes, lo que haga falta, para ayudar a doblegar las cifras. Incluso cambiar los formatos de las competiciones porque los tiempos han cambiado y no pasaría nada, por ejemplo, por jugar también en verano y esperar que la situación sanitaria mejore. No es fácil, porque hay dinero de patrocinadores y otros muchos intereses de por medio, pero los clubes están a la expectativa de próximos movimientos. Más desde que ayer Alberto Núñez Feijóo anunciase ayer que la próxima semana se endurecerán las restricciones en Galicia y que seguirán otras comunidades autónomas debido al descontrol del momento de la pandemia.

Aplazados los duelos de CRAT y Amarelle

El CRAT y el Viaxes Amarelle descansarán de forma obligatoria este fin de semana. El equipo de rugby porque sigue en cuarentena tras detectarse un caso positivo de coronavirus en su plantilla, lo que ya le obligó a aplazar su partido de la semana pasada. Y el conjunto de fútbol sala porque es su rival, el Esplugues, el que está cumpliendo con el preceptivo aislamiento por el mismo motivo relacionado con la pandemia. Cuando empezó la temporada ya se sabía que estas iban a ser las contingencias del día a día para muchos de los equipos. Los que compiten en ligas de carácter nacional, como es el caso de los dos, ambos en la máxima categoría —División de Honor femenina de rugby y Primera División femenina de fútbol sala— están obligados en Galicia a realizarse test cada catorce días, lo mismo que los de fuera para venir a competir al territorio gallego, lo que hace que salten y se detecten muchos positivos que de otra forma no se detectarían. Pero también se les permite, a diferencia del resto del deporte autonómico, entrenar sin mascarillas —aunque algunos equipos las utilizan igual—, lo que aumenta por otro lado el riesgo de contagios.

Zeltia García (Tempo): “Tenemos la liga nacional en febrero y no pondremos a las niñas en riesgo”

“No soy epidemióloga ni científica. Confío en que si nos mandan cerrar sabrán por qué y hay que ser solidarios, adaptarse y tirar para adelante”, dice Zeltia García, directora del Clube Ximnasia Tempo, de gimnasia artística, “pero hay muchas incongruencias y más con el deporte que con unos protocolos muy duros no hemos dado problemas y somos un sector que también está sufriendo mucho”. Su situación es todavía más desesperada porque su gimnasio se encuentra en Arteixo, municipio con las máximas restricciones. y no pueden entrenar ni las deportistas del club que compiten en categoría nacional porque no pueden abrir la instalación. “En febrero tenemos la Liga Nacional y no sabemos qué vamos a hacer porque no vamos a poner a las niñas en el riesgo físico que supone subirse a una barra, por ejemplo, sin entrenar”. explica. Para García esto supone la gota que colma el vaso. Afirma estar “muy triste” porque ha dejado todas sus fuerzas para llegar hasta aquí. Sus fuerzas y el dinero que el club tenía ahorrado. “Nos costó mucho aguantar hasta aquí. Durante el confinamiento y los meses posteriores pensamos mucho cómo hacer para ir tirando, minimizando gastos, pensando la mejor forma de ir sacando de los ERTE a los entrenadores... y cuando ves que todo va bien, que los protocolos funcionan, que los deportistas están contentos e incluso ya vemos en el horizonte la competición... esto”, resume y concluye que no quiere poner sobre las familias el peso de intentar mantener el club.