Cuando el viernes el Leyma salte a la pista del Javier Imbroda para medirse al Melilla, habrán pasado veinte días desde su último partido. Un parón de tres semanas en el que los entrenadores del conjunto naranja han tenido que mantener activos a los jugadores en uno de sus mejores momentos de la temporada después de haber encadenado las victorias en Valladolid y en Lugo. Gus Gago, preparador físico de los coruñeses, explica la técnica para eso. “Hemos hecho trabajo para mejorar de forma individual intuyendo que esto ayudará a mejorar el nivel colectivo”, indica y reconoce que está siendo un año especialmente complicado en la planificación, para lo que es fundamental “la comunicación” entre todos los miembros que forman el cuerpo técnico encabezado por el vasco Sergio García.

“Tenemos la suerte de que era un parón que ya estaba programado, que no se debe al COVID. Era algo que ya sabíamos desde que teníamos el calendario. No es que estuviésemos confinados así que por lo menos podíamos seguir entrenando”, dice Gus Gago, que reconoce que lo más inconveniente de este parón es el momento: “El problema es que nos cogió en un buen momento colectivo, justo después de dos victorias muy importantes”. El preparador físico reconoce que hay “una pérdida de ritmo de competición” y que es imposible recrear esto en un entrenamiento. Así que el plan fue centrarse en mejorar individualmente con cada uno. “Es algo que nos gusta mucho a los preparadores físicos, que es adaptar la carga de trabajo de forma individualizada a cada jugador para incentivar el rendimiento individual”, comenta sobre el trabajo de estas semanas, “intuyendo que mejorar cada uno individualmente ayudará a mejorar colectivamente”. Añade que es también un buen momento para recuperar a los tocados y para hacer el cambio de jugador en la plantilla con la salida de Justin Raffington y el regreso de Abdou Thiam, lesionado prácticamente desde la pretemporada.

Si estas semanas han sido un reto, toda la temporada, desde el inicio, es un continuo desafío. “Este año un elemento fundamental es cómo los equipos sean capaces de adaptarse a los parones e inconvenientes”, refrenda. Desde la pretemporada han tenido que ir adaptándose a las circunstancias porque los jugadores afrontaban el inicio del curso desde un punto de partido completamente diferente. “Venían de un confinamiento de dos meses y después de un periodo de otros cuatro sin competir. Para nosotros nuestro último partido había sido el 7 de marzo”, recuerda y admite que eso hizo “imposible” plantearse “los mismos objetivos que cualquier otra temporada” y obligó a “estar atentos” a las señales de alerta de cada jugador porque la incidencia de las lesiones musculares es muy alta. Por eso habla de “desafío” pero también de un cambio en la forma de entrenar en la que es “fundamental la comunicación dentro del cuerpo técnico para amoldarse a la situación que se presenta e identificar a qué aspectos hay que darles más prioridad”. Una cuestión de prioridades y que, de momento, está dando buenos resultados con el equipo en la segunda posición de su grupo de la LEB Oro.

“Hay más incidencia de lesiones musculares entre los jugadores que han pasado el COVID”, indica

Esta temporada, en todos los deportes, han proliferado las lesiones no solo musculares, sino de todo tipo, y según todos los expertos, muchas tienen vinculación con el tiempo que los deportistas tuvieron que estar parados durante el confinamiento. En el deporte coruñés hay varios ejemplos, las más graves las lesiones de rodilla de Martita (Viaxes Amarelle), Mariana Romero (CRAT) y Mouha Barro (Leyma). Gus Gago reconoce que esta temporada se ha encontrado con carencias que otros años no veía. “Hemos identificado muchos déficits a nivel de fuerza y hemos tenido que hacer planes específicos y concretos de prevención de lesiones, y eso que no considero que el baloncesto sea un deporte que especialmente castigue la musculatura”, añade. Es más, Gago introduce otra variable en la ecuación: “Se está demostrando que los jugadores que han pasado el COVID están teniendo más lesiones musculares”. Otro de los misterios del coronavirus, si bien no lo han tenido que descubrir en sus propias carnes porque el Leyma no ha tenido ningún caso desde que empezó la temporada, aunque sí ha visto cómo se le aplazaban partidos por casos en los rivales. En su grupo A solo queda un partido, el Cáceres-Melilla, para ponerse al día pero en el B todavía quedan siete encuentros por recuperarse.