Uno de los ejercicios hechos con Ceide. | // L. O.

El rendimiento deportivo, explica Jacobo Ceide, tiene cuatro patas: la física, la técnica, la táctica y la psicológica. Y si falla una, continúa, pueden hacerlo todas las demás. El Viaxes Amarelle, en su vuelta a la Primera División, se ha puesto en sus manos para tener atados todos los cabos. “Trabajamos tanto la cohesión del grupo como en adaptarnos a las necesidades de las jugadoras a nivel individual para maximizar su rendimiento, pero también hay una labor de asesoramiento con el cuerpo técnico sobre comunicación y liderazgo”, resume sobre sus funciones. Cada vez hay más clubes que entienden que el psicólogo deportivo es una figura clave. “Nuestra labor es importante tanto en la base como en la elite”, dice. Y quizás más en un escenario de incertidumbre como el que genera la pandemia.

“La situación es la que es y es para todos igual, así que hay que adaptarse cuanto antes y centrarse en lo que sí se puede controlar y depende de nosotros mismos”, aconseja. El equipo, de hecho, acaba de pasar dos semanas de cuarentena por el positivo de dos de las jugadoras, tiempo que aprovecharon para hacer dinámicas de grupo. “Hicimos reuniones con el objetivo de mantener el vínculo, aprovechando para que se conocieran más entre ellas y para que hablaran porque lo que estaba sintiendo una le podía ayudar a otra. Y también para que no se sintieran solas”, indica.

Las naranjas regresaron a la competición tras este paréntesis el pasado fin de semana con una derrota en Poio, pero el sábado tienen uno de esos partidos vitales contra un rival directo por la permanencia como el Cidade das Burgas. ¿Se preparan de forma especial a nivel psicológico? “Para este tipo de partidos ya tienen la motivación, por lo que el mensaje tiene que ser a la inversa, para no salir demasiado excitadas”, responde. Todo es una cuestión de equilibrio en esa mesa de cuatro patas de la que hablaba.

Ceide incide en que una de las claves es trabajar las dinámicas de equipo. En ese sentido, hizo un trabajo con la plantilla para buscar la identidad del grupo. “Tenían que contestar quién soy y qué puedo aportar, pero también qué somos y a dónde queremos ir”, recuerda. El objetivo, fijar “unos objetivos claros y que cada una sepa cuál es su rol y lo acepte”. “Poner unas normas e ir todas a una, independientemente de quién juegue o no”, confirma.

A nivel individual hay que adaptarse a las necesidades de cada una. “Con algunas hay que trabajar la autoconfianza, con otras la activación antes de los partidos...”, comenta, sin separar esto de sus vidas personales: “No son máquinas. Les están pasando cosas fuera y lo que tenemos también es que escucharlas”. Y acompañarlas en sus procesos, como las lesiones, donde también juega un papel importante porque no solo hay que recuperarse en lo físico, sino también psicológicamente. “De todas las situaciones, hasta de las peores, se puede salir más unido”, concluye.