“Yo ya me había decidido a dejar de jugar”, explica Pablo Parga, “pero cuando supe que me venía a Sudáfrica empecé a investigar a ver si aquí habría algún equipo”. Y así es cómo el coruñés del filial del Liceo acabó en el Nucleo de Arte e Cultura de Johannesburgo, no solo jugando sino también implantando la semilla del hockey sobre patines entre los más pequeños del club. Pero para empezar desde el principio, hay que presentar a Pablo Parga, un jugador que llegó incluso a debutar y marcar con la primera plantilla verdiblanca y que disputó los tres últimos años la OK Plata con el filial. Pero que en diciembre dijo adiós a sus compañeros para centrarse en su faceta laboral. Con 23 años, había recibido una beca para trabajar durante doce meses en Sudáfrica y no iba a dejar escapar una oportunidad así. Ni aunque fuera renunciando al deporte que le había acompañado desde el colegio. Aunque finalmente no se pudo resistir y tuvo que meter los patines en la maleta. “Me parecía una locura, pero no me arrepiento”, resume.

“Vine a Sudáfrica con un programa del Igape —Instituto Galego de Promoción Económica—, que me ofreció una beca para trabajar un año en la oficina económica y comercial de la embajada española en Johannesburgo”, explica. “Lo que hacemos es dar soporte a empresas españolas que quieren venir a hacer negocios a esta zona. Y para mí es una experiencia muy positiva. Es un país y una cultura muy diferentes, además de que a nivel empresarial África siempre me pareció muy interesante. Solemos tener imágenes preconcebidas” señala. Incluso con el COVID. “Creo que de la variante sudafricana están más preocupados en España que aquí”, indica y apunta que llegó al país en plena desescalada tras la segunda ola y que la situación parece controlada. “Se aprecia que la gente está menos obsesionada”, añade.

Su desembarco iba a ser sin patines. “Yo ya había tomado una decisión hace tiempo, cuando me di cuenta de que no iba a dedicarme profesionalmente al hockey. Si me surgía una oportunidad laboral, con toda la pena del mundo porque el hockey me ha dado mucho y me lo sigue dando, iba a optar por el trabajo”, recuerda. Y así fue. Pero poco a poco se puso a investigar. ¿Habría hockey en Sudáfrica? Angola y Mozambique, por ejemplo, son dos países con arraigo de este deporte, ligado con la tradición portuguesa. “Contacté con varias personas hasta que José Luis Huelves, por mediación de Quim Paüls, me consiguieron el contacto del presidente de la Federación Sudafricana, que es también el presidente del Nucleo de Arte e Cultura, Joaquim Coimbra”, dice.

Lo siguiente ya fue meter los patines en la maleta. Sabía, no obstante, que se encontraría con una realidad completamente diferente. En África, el hockey está muy relacionado con las colonias portuguesas, de ahí su tradición en Angola y Mozambique. También en Sudáfrica. “El presidente es de familia portuguesa y ellos son los que trajeron aquí el deporte y los que lo están manteniendo vivo. Hay unos cuatro o cinco equipos. Todos están en la zona de Johannesburgo, Pretoria y Vanderbjilpark, en la provincia de Gauteng. Y todos son de asociaciones culturales portugueses”, explica.

El nivel es el que es, pero básicamente hacen lo que pueden debido a la escasez de recursos que tienen. “Si a un niño se le rompe el stick, tiene que dejar el hockey porque no tiene dinero para comprarse otro. La Federación intenta traer material de Europa para repartirlo entre las personas con menos recursos, pero es complicado”, valora. Su trabajo con los pequeños, sin embargo, va dando sus frutos. “Quiero darle las gracias a Quim Paüls, que me pasó el programa que desarrolló él para fomentar la iniciación al hockey a través del patinaje”, asegura y espera que ese sea su legado en el país. Eso y que se aprendan qué es el Liceo. “Conocen sobre todo la liga portuguesa. Y de España, el Barça. Y yo les digo, pues de dónde soy yo es el otro equipo campeón de España”. Otra semilla para brotes verdes liceístas por todo el mundo.