Enmanuel Reyes nació hace 29 años en Cuba, de donde se marchó en busca de las posibilidades en el boxeo que allí se le negaban. Pasó por Rusia, Bielorrusia, Austria y Alemania. Mil penalidades. Hasta por fin llegar al destino que siempre le había esperado: A Coruña. Un complicado camino que ahora le lleva hasta Tokio. La semana que viene debuta con un único objetivo en mente: ganar el oro.

Enmanuel Reyes. | // VÍCTOR ECHAVE

¿El trabajo ya está hecho?

Sí, ya no se puede hacer más. Es un trabajo de muchos años, de cinco que llevamos trabajando para este ciclo olímpico, así que lo único que queda es subirse al ring y como digo yo, empezar a dar palos.

¿Cuál es el objetivo?

Ganar el oro. Les he ganado a todos los que están en mi peso. Eso no es que me dé confianza, sino que noto que estoy preparado para ganar, que es lo que queremos.

¿Ha hecho alguna promesa?

No soy de ese tipo de personas. Lo único que pienso en ganar el oro para demostrar que sí podía llegar a este nivel. Es lo que quiero para todos aquellos que de una forma u otra no me querían ver crecer.

¿El reto es más físico o mental?

Voy a salir a pelear como lo he hecho siempre. Me la tomaré como si fuera una competición más, lo único que cambia es que son unos Juegos Olímpicos. Pero en el fondo es una más como otra cualquiera, son los mismos púgiles de siempre.

¿Hay nervios?

Nervios no tengo. Estaba más nervioso en el clasificatorio. No es que esté relajado, pero no tengo esa presión del Preolímpico, porque si perdía no me clasificaba. Aquí ya sé lo que me voy a encontrar y voy a disfrutar y a buscar la victoria cada día. En este momento lo único que quiero es pelear. Los últimos entrenamientos ya me cansaron y el cuerpo me pide entrar ya en combate.

¿Le gusta el formato de competición, con varios días de descanso entre combate y combate?

Es lo nuevo. Pero es bueno porque tienes descanso y te puedes recuperar si has tenido un último combate duro. Pero al final estos cambios no afectan mucho, lo que hay que hacer es ganar todos los días y seguir ganando hasta la final.

¿Exige estar concentrado un mayor número de días?

No me preocupa. Estoy concentrado desde ahora y llevo mucho tiempo. Estoy bien mental y físicamente así que vamos adelante.

¿Si echa la mirada atrás, siente que vale la pena por todo lo que ha tenido que pasar?

Desde luego, no me arrepiento de nada. Todo el sufrimiento y todos los sacrificios que he hecho no han sido en vano. Estoy donde quería estar, que son los Juegos Olímpicos. El primer sueño ya se ha cumplido, que era clasificarme para Tokio. Ya demostré que sí podía. Y ahora lo que queda es cumplir otro sueño, que es ganar esa medalla de oro y demostrar que puedo.

¿Hubo algún momento en el que pensó que no lo lograría?

Siempre hay momentos de flaqueza. Como cuando llegué aquí, estaba sin papeles y no podía competir. Veía a otros que yo ya les había ganado y que quedaban subcampeones del mundo... y pensaba que yo también podía estar ahí y haber ganado. Me daba el bajón. Pero nunca perdí la esperanza. Dios siempre estuvo conmigo apoyándome y dándome la fuerza. Los papeles llegaron y los resultados, también.

¿Le benefició o le perjudicó el aplazamiento de un año?

Ni una cosa ni otra. En su momento nos sentimos mal porque se suspendió todo cuando ya habíamos empezado a pelear. Y es duro dejarlo de pronto. Después estuvimos dos meses en casa y ya empezamos a entrenar y competir. Por esa parte no fui muy afectado.

¿Lleva bien competir sin público?

Es lo único que tiene diferente estos Juegos. Por otra parte, yo cuando subo al ring ya no escucho a nadie, no me entero de nada, no me afecta mucho.

¿Cuántas veces se ha visualizado en lo alto del podio y escuchando el himno español?

Todos los días desde que llegue a esta tierra. Y soñando con ir a los Juegos, desde que empecé a hacer boxeo. Es lo máximo que puede conseguir un atleta.

Tiene suerte de que no es muy difícil de memorizar el himno.

Y si hubiera que aprender una letra, se aprendía. Que para eso es el país al que estoy representando, el que me dio la oportunidad, la confianza y la seguridad.

¿Cuál es el consejo que más le han repetido?

Mi padre siempre me dice que “solo los cristales se rompen, los hombres mueren de pie”. Y todos los días cuando me levanto de la cama lo pienso y me centro en eso, luchar, luchar y luchar para conseguir mis objetivos y metas.

¿Sigue teniendo familia en Cuba y le preocupa su situación?

Mi madre sigue allí y familia de ella también. La situación... el pueblo quiere libertad. El sistema de la revolución está obsoleto, no sirve, y nos está oprimiendo. Por lo menos mi madre está bien gracias a dios, también mi familia. Luchando para salir adelante. Ojalá que esa lucha del pueblo cubano tengo sus frutos, que puedan ser libres y que puedan expresar lo que sienten, que es lo único que piden, no buscan nada más que sus derechos.

¿Cuál es el vínculo que le une con A Coruña?

Toda mi familia en España vive allí, mi tío ya lleva veinte años. Es un lugar hermoso, como A Coruña no hay dos. La comida, la cultura... todo. Lo único es el clima, pero eso es cuestión de adaptarse y no pasa nada. Yo soy un galego máis. Pouco a pouco falando galego.

¿Y su comida gallega favorita?

Pues no la he probado mucho porque cuando voy me cocina la familia... pero cuando voy con mis amigos siempre pido pulpo.