Son como un cuerpo de elite. Los elegidos. Una selección coruñesa a la que no le falta de nada. Deportista, entrenador, médico, árbitro. El boxeador Enmanuel Reyes y la skater Julia Benedetti (su entrenador Iván Maroña acudió en su representación). El técnico Jano Toro. El doctor Rafael Arriaza. Y la jueza Dolores Rojas. La ciudad estuvo más que bien representada en los Juegos Olímpicos que acaban de terminar en Tokio. Y a su vuelta, el Concello por medio de su concejal de Deportes, Mónica Martínez, quiso reconocer ayer la labor de todos ellos. Por lo que hicieron allí. Pero también por haber llegado hasta tan lejos, un Olimpo en el que todos quieren estar y al que pocos pueden entrar. Unos privilegiados que tienen en común el haber sufrido el temido “ocha”, una aplicación que tuvieron que enseñar continuamente en el aeropuerto a todos los que se iban encontrando en su camino. Pero también unos trabajadores natos a los que ya solo les quedan tres años para la siguiente cita. París 2024 les espera.

El púgil Enmanuel Reyes abrió la participación coruñesa y la dejó bien alta porque consiguió un diploma —que aún no le entregaron físicamente— y fue uno de los grandes protagonistas de la primera semana de competición. Positivamente porque dejó KO a un rival. Y negativamente porque los jueces le cortaron el paso a seguir avanzando en su combate contra el cubano Julio la Cruz. “Una espina que te quiten una final así por así”, reconoció, aunque mirando de reojo a Dolores Rojas, una representante del cuerpo arbitral de los Juegos. El boxeador de origen cubano, pero que se siente cien por cien español y gallego, se felicitó también por haber sabido disfrutar de la experiencia sin presionarse demasiado,.

Julia Benedetti, la benjamina, ya disfrutando de unas merecidas vacaciones —al igual que el judoka Alberto Gaitero, con licencia gallega y empadronado en la ciudad —estuvo representada en la recepción por Iván Maroña, su entrenador. Él fue uno de los pioneros de este deporte en la ciudad, con la primera instalación para entrenar y la primera escuela. Allí dio sus primeros pasos la joven rider, allí sigue entrenando a sus órdenes, pero son unas rampas que se quedan pequeñas en comparación con las que tienen la mayoría de sus rivales para entrenar. Benedetti acabó en el puesto 16, seguramente fruto de su inexperiencia y de que arriesgo más de la cuenta. Un aprendizaje para dentro de tres años.

Jano Toro, por su parte, no era novato en los Juegos. Había estado, aunque como espectador, en los de Londres 2012, donde su hermana Sofía Toro se proclamó campeona olímpica. Allí sufrió un poco más que en Tokio, a donde acudió como entrenador del canario Joel Rodríguez, que participó en la clase láser. La vela siempre ha sido uno de los caladeros españoles de medalla y aunque su pupilo no la consiguió, ya han tomado notas para pensar en la próxima participación. Mientras, Rafael Arriaza fue uno de los que construyó desde cero, como representante médico de la Federación Internacional de Kárate, la primera participación olímpica (y de momento última) de este deporte, con todos los imprevistos y anécdotas que esto puede suponer.

A Dolores Rojas casi no le dio tiempo ni a sufrir el jet lag. Viajó, juzgó los dos días de la marcha —20 kilómetros masculinos y femeninos y 50 kilómetros masculinos— y volvió. Prácticamente una experiencia exprés que contrasta con las dos anteriores, en Atenas 2004 y Londres 2012. No le tocó estar en Tokio, sino en Sapporo, pero no se libró de los continuos controles ni del calor —aunque menos que hace dos años en el Mundial de Doha—. Bromea que los Juegos se siguen mejor desde casa. Allí, la tele solo seguía la lucha y el tenis de mesa. Una experiencia más para la veterana jueza que se crió deportivamente al calor del Gran Premio Internacional de Los Cantones, uno de los mayores orgullos del deporte coruñés y de esos ejemplos de que los Juegos Olímpicos son todos los días.