Mucho por mejorar para el Leyma Coruña. No solo por la derrota en la jornada inicial de la LEB Oro en Cáceres (78-74) sino por la imagen, la falta de ideas por momentos, las lagunas en defensa, tanto como para permitir una remontada de 17 puntos. Tiempo es lo que necesita el equipo. No se vio a Ward, que había despuntado en pretemporada pero cuyo desconocimiento de la liga le perjudicó. Y encima se lesionó Zach Monaghan. El próximo martes, en el Palacio de los Deportes de Riazor y contra el Valladolid, tocará dar un paso adelante.

Lofberg intenta frenar a Belemene. | // SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Con una pretemporada tan atípica, tampoco se puede exigir mucho más. Lo importante era entrar bien en el partido y mantenían en el tipo, ordenados por Álex Hernández, que llevaba el ritmo, dirigía, mandaba a quién le tocaba ser el protagonista de cada acción de ataque. Iban cayendo puntos, pero el Cáceres también anotaba, por momentos con demasiada facilidad por una defensa no del todo intensa. Un triple de Kadre Gray puso el epílogo al primer cuarto para dejar a los coruñeses con una ligera ventaja (17-20).

El Leyma tuvo en el inicio del segundo sus mejores minutos. Un parcial de 2-16, apoyado en cuatro triples (dos de Vega, uno de Soluade y otro de Gray) le dispararon en el marcador hasta el 19-36, 17 de ventaja. Pero era un espejismo. Dependieron los naranjas de esa inspiración en el tiro exterior que ya no se repitió más —ni un triple en el tercer cuarto, solo uno en el cuarto—. De hecho, ya solo anotaron cinco puntos más hasta el descanso. La lesión de Monaghan, autor de las asistencias que habían permitido los tiros triples liberados, fue sin duda una losa. Pero en el cuerpo a cuerpo, el Cáceres era más equipo. Y aunque el colchón parecía suficiente, al descanso ya se había estrechado de forma alarmante (35-41).

El Leyma se rompió definitivamente. Lo poco que fluía en ataque se perdía con los malos balances defensivos. Jorge Sanz se puso las botas a dar asistencias. Y encima los naranjas se iban cargando de faltas. Los tiros libres mantenían a los de Sergio García, pero llegó lo inevitable. A 1.50 para el final del tercer cuarto, los locales tomaron la delantera por primera vez en todo el partido (56-55). Kadre Gray lo arregló antes de la bocina (56-57).

Pero el guión ya había cambiado. Y el Cáceres tenía alas. Tanto que sobrevivió al buen arranque visitante del último cuarto (60-67). Buena culpa la tuvieron los dos triple seguidos de Devin Schmidt. Los coruñeses tenían las ideas fundidas, quizás también las piernas, con solo nueve disponibles. En el intercambio final de tiros libres, solo fallaron ellos. 78-74. Un arranque que invita a seguir trabajando. Mucho. Y rezando para que la lesión de Monaghan, una más, no sea grave.