Nueve años después el Liceo vuelve a ser campeón de liga. Los coruñeses no fallaron en su primera oportunidad de cerrar la eliminatoria y lo hicieron por la vía rápida al imponerse en Reus por 2-5. El conjunto de Juan Copa tuvo que remontar el gol inicial de los locales, pero de nuevo con un ejercicio de superioridad física y con una actuación coral —cinco tantos, cinco goleadores— sumó el título número 43 en la historia verdiblanca.

El Liceo salió con el claro objetivo de no arriesgar. No le tocaba a él, tenía que ser el Reus el que, si quería obtener un resultado diferente a los dos anteriores partidos, tenía que cambiar, proponer algo diferente. Lo hizo porque salió más agresivo y directo a la portería de Carles Grau, buscando la velocidad de Marc Julià, Checco Compagno y Diego Rojas. Los tres lideraban la propuesta local y se repartieron las tres primeras ocasiones, muy peligrosas. El Liceo resistió porque Grau sacó manos y piernas cuando ya parecía batido. La única factura de este arreón inicial de los rojinegros llegó en forma de faltas porque en poco tiempo los coruñeses se cargaron con cuatro por solo una que llevaba el rival. 

Sin embargo, en términos de condena fue mayor la que sufrió el Reus cuando Marc Julià barrió a Jordi Adroher cuando este se quedaba solo frente a Ballart. Penalti y azul, clarísimo. Una pena para este partido, pero también para el próximo, si lo había, porque la tarjeta acarreaba suspensión por acumulación. César Carballeira, un especialista en los penaltis de las finales, estrelló el disparo contra el meta catalán. Había que seguir esperando. El Liceo tenía una oportunidad en superioridad. Movió bien la bola, encontró un buen segundo palo, tuvo un disparo cruzado, pero con esa premisa de no arriesgar tampoco forzó demasiado la máquina.

Justo cuando se acababa el tiempo con uno más, empezaron las rotaciones. Juan Copa optó por meter prácticamente de golpe a los cuatro hombres de banquillo y en una imprecisión, casi la primera, Joan Salvat le cogió la espalda a Jordi Burgaya y con un potente disparo sorprendió a Grau. Tremendo castigo. Pero esa segunda unidad que tan buen rendimiento estaba dando en este play off, que había dando un importante paso adelante, se puso manos a la obra. Fue clave una reacción tan pronto. Y en apenas con unos segundos de diferencia. Primero Marc Grau, que con una vaselina perforó la portería, con clase, llorando, un toque sutil. Todo lo contrario que el bombazo de Álex Rodríguez. Conoce la pista a la perfección. Condujo hasta encontrar su punto y fusilar. Un golazo que cambiaba completamente el signo del partido.

El Reus quedó tocado y al Liceo le faltó darle la puntilla. Un disparo de Marc Grau y una gran jugada en la que Álex Rodríguez le metió un buen pase a Maxi Oruste, que llegó demasiado forzado, lo dejaron muy cerca. Los locales despertaron por medio de una buena jugada individual de Diego Rojas. Pero ya no crearon más peligro hasta el descanso mientras el Liceo se dedicaba a administrar el tiempo.

En la segunda parte los verdiblancos subieron una marcha. Era el momento de apretar. Ala contra podían hacer mucho daño, aunque a veces parecía que siempre querían dar un pase más y eso les costaba alguna opción clara. La que no falló fue la que se le otorgó a bola parada. Un penalti al que se encaminó David Torres. El tiro del capitán se fue a la red. Era medio título. Pero había un jugador empeñado a dar vida a la final. Por un lado Compagno, como bien italiano dedicándose a ensuciar el juego. Por otro Salvat, su capitán, que tan pronto se llevaba un bolazo como recortaba con una jugada en el segundo palo. Puro sentimiento.

La respuesta de los coruñeses volvió a ser inmediata. Volvieron a tirar de ese juego de combinación que forma parte de su éxito. Álex Rodríguez dio el pase perfecto a Jordi Adroher, que con una frialdad pasmosa, metió el cuarto. Entonces llegó el momento clave. Porque los árbitros pitaron penalti a favor del Reus. Entró Marín a tirarlo. Y se estrelló contra el palo. Si ya fue vital, más que en la jugada siguiente otro pase de Rodríguez encuentra a César Carballeira y que este empujara el quinto. Quedaban nueve minutos. Al Liceo le esperaba una batalla. Todas las faltas iban a caer de su lado. Ninguna a favor. Pero había que resistir como fuera. Solo una directa de Marín les puso en aprietos. Pero Carles Grau ya hacía tiempo que había puesto el candado a su portería.