Baloncesto - ACB | Diego Epifanio Entrenador del Leyma

Epi: “Tenemos que ser los campeones en corazón, deseo e ilusión”

“Esto es una revolución, el día a día es superlativo, no hay horas, no hay minutos”

Diego Epifanio, ayer, en el Palacio de Riazor.

Diego Epifanio, ayer, en el Palacio de Riazor. / Germán Barreiros / Roller Agencia

Diego Epifanio (Burgos, 1978) está de vacaciones (relativas) pero hace una visita exprés a A Coruña. En el Palacio, Gus Gago trabaja, como siempre, en el despacho, y el técnico repasa la locura de las últimas semanas desde el ascenso a la ACB.

¿Ya despidiéndose del Palacio?

No, aún nos queda mucha vida en el Palacio. Aquí tenemos el despacho de los entrenadores, aún siguen viniendo jugadores a entrenar... No es una despedida ni mucho menos.

¿El traslado es inminente?

Yo te puedo decir lo que sé y lo que sé es que hay muy buena predisposición por el Ayuntamiento y por el club y por el jefe de la instalación del Coliseum para que podamos jugar allí. Pero seguro que no vamos a poder entrenar siempre allí. Entonces tendremos que buscar cuál es la otra instalación donde podamos hacerlo cuando sea imposible. Aún hay muchas cosas en el aire. No hay una situación perfecta o idílica. Dentro de eso, creo que la predisposición es máxima. Hay que adaptarse.

¿Entran en otra dimensión?

A nivel de juego es la mejor liga de Europa sin ningún tipo de dudas y luego tendríamos que evaluar si a nivel mundial te gusta más la NBA o la ACB. Vendrán mejores jugadores a la ciudad, mejores equipos, mejores estructuras. Y luego está el tema de la repercusión. Al final todo suma.

¿En qué momento pasó de la celebración al ‘¡dónde me he metido!’?

Hubo un momento de celebración, después de un jornadas peleando por aguantar esa primera plaza, una liberación. ¿Qué pasa? Que la celebración estuvo bien en Melilla, luego creo que fue un puntazo el tema de celebrarlo con nuestros aficionados aquí, y después la celebración privada... Pero el lunes ya empezamos un tour para dar las gracias a los que nos apoyaron y para seguir llamando a su puerta y pedirles colaboración para lo que nos espera. Han sido dos semanas de mucho ruido, de mucho estrés, de muchas visitas y a la vez de muchas preguntas. El club está en un momento distinto. Esto es una revolución, muchas reuniones para saber hacia dónde vamos, cuáles son las necesidades, cuáles son los objetivos, cuáles son las prioridades... Todo hace que el día a día en el club sea superlativo, no hay horas, no hay minutos. Pero hay que mantener la tranquilidad.

¿Ha hablado con los jugadores?

Hemos hablado con todos para cerrar la temporada, para ver lo que pensamos que hemos hecho bien, lo que hemos hecho mal, lo que nos hemos equivocado, lo que les puede ayudar... Un análisis de su trabajo, de sus posibilidades y dónde creemos que pueden mejorar tanto si seguimos juntos como si no.

No de quién sigue y quién no.

Eso no. Primero porque, aunque todo el mundo da por hecho que vamos a estar en ACB, la Asamblea aún nos tiene que ratificar. Creemos que eso no va a suponer un problema, pero nunca se sabe. Y luego está el siguiente paso, que es la planificación deportiva, saber cuánto presupuesto tenemos, cuál es la realidad del mercado... Si tomase las decisiones con el corazón, seguiríamos los 12, sin ninguna duda. Pero hay que valorar las relaciones contractuales, el desarrollo de jugadores, sus deseos, la aceptación de roles... Es un buen momento para que todos seamos honestos. A lo mejor hay jugadores que no les interesa jugar pocos minutos. Estamos en un momento en el que hay que dar pasos seguros, pero también tendremos que hacer apuestas.

¿Como el Breogán con Musa?

Es un jugador que estuvo en la NBA, que luego vino el campeón de Europa... Quiero decir, Musa no puede ser una sorpresa. Él, con su hambre y con sus ganas, entendió que a lo mejor tenía que salir del equipo campeón de la Euroliga, en el que no jugaba, para venir al Breogán, un equipo recién ascendido a la ACB. Y se vio que Musa tenía hambre, el Breogán tenía hambre, y al final entre los dos consiguieron los objetivos, el del Breogán, que era mantenerse, y el del jugador, revalorizarse. Ojalá nosotros encontremos jugadores con hambre que quieran reivindicarse, pero no sus estadísticas, sino que quieran crecer junto con el equipo para conseguir el objetivo colectivo. Nosotros tenemos que optar a fichar los mejores jugadores posibles, pero no solo por cómo tiran, cómo defienden... El rendimiento estadístico es lo que se puede ver en los partidos y es lo que puede valorar el público. El rendimiento en el día a día es lo que no se ve. Eso es importante para nosotros, entender que cualquier persona que se incorpore nos tiene que ayudar a entrenar, a que la química en el vestuario sea positiva en momentos de tensión y de derrotas. Nosotros tenemos mucha ilusión, mucha hambre por demostrar que nos merecemos estar ahí. Tenemos que intentar que los jugadores que optemos a que vengan tengan esa misma ilusión, ese mismo hambre y ese mismo deseo que nosotros de hacer una buena temporada, que no significa ganar muchos partidos, que sería ideal, sino que cualquiera que venga a defender el escudo entienda que la temporada va a ser muy dura, que hay que potenciar el baloncesto en esta ciudad, dar una buena imagen y sobre todo, no hablamos de meter más puntos o menos, hablamos de corazón, de deseo, de ilusión y en eso creo que tenemos que ser los campeones.

¿La presión es mayor para lograr un ascenso en LEB Oro o para conseguir una permanencia en la ACB?

El hecho de estar en una competición tan difícil como la ACB puede ser más presión. El proceso es más fácil cuando ganas. El día a día, el postpartido, gestionar la frustración de los jugadores y de los entrenadores, la de los aficionados... Cuando llegas a la ACB el trabajo seguro que es excepcional, pero las derrotas te castigan mucho, generan muchas dudas en el vestuario, fuera de él, en el entorno del club... y eso lo hace más difícil todo. Bendita la presión por ganar. La presión por no perder es más difícil. Nos vamos a encontrar en una situación nueva y tenemos que ir todos en la misma dirección desde el día uno. Por eso es importante acertar con los jugadores.

¿Otra cosa que también cambiará con la ACB es tener que adelantar la pretemporada?

Solíamos empezar en septiembre y ahora será agosto, aún no tenemos una fecha fijada, pero la idea es hacer seis semanas de pretemporada para adaptarnos a la competición, a muchas normas como el saque rápido, el instant replay... y cuanto antes tengamos contacto con los jugadores, cuanto antes podamos prepararnos para el momento de afrontar el primer partido, mucho mejor.

Con todo este trabajo, no tendrá mucho tiempo para las vacaciones con la familia.

Estoy acostumbrado a convivir en mis vacaciones con disfrutar del tiempo libre con mi familia y dedicarle muchas horas al teléfono y al ordenador. Posiblemente alguien ahora pueda leer la entrevista y dirá que jugamos el último partido en mayo y volvemos en septiembre. Pero vacaciones... Creo que nadie del staff te puede decir que haya una desconexión total. Tenemos más tiempo para desconectar o para organizar tiempo con nuestros seres queridos. Si preguntas a mi familia, te dirá que es mentira, que me paso todo el día delante del ordenador y me paso todo el día hablando por teléfono. Si me preguntas a mí, te diré que hago todo lo posible por dedicarles el mayor tiempo posible.

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