Nuno Espírito Santo va de la mano de Jorge Mendes desde el inicio de su carrera futbolística. El ahora entrenador del Valencia fue el primer negocio importante que el agente portugués realizó. Lo hizo con Augusto César Lendoiro, entonces presidente del Deportivo. Nuno era el portero del Vitória de Guimaraes y en 1996 era el titular de la selección de Portugal que participó en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Al finalizar la competición el guardameta desapareció durante unos días. En su país aguardaban su regreso para que formalizase su ficha con el Porto, pero la enemistad entre el presidente del club portista y el del Vitória complicó su fichaje. Mendes, al que acababa de conocer, se lo trajo para A Coruña, donde estuvo varios días recluido en el hotel Riazor hasta que se pudiese hacer efectiva su contratación. Fue el principio de dos relaciones que continúan impolutas: la de Lendoiro con Mendes, el afilhado, y la del agente con el ahora entrenador, al que sigue tratando como un hijo.

A pesar de que su fichaje resultó complicado y caro -el Deportivo pagó unos 300 millones de pesetas además del traspaso del balcánico Milovanovic-, Nuno nunca llegó a triunfar en el equipo coruñés. Primero estuvo a la sombra de Songo'o y Kouba, después fueron el portero camerunés y Molina quienes le cerraron el paso. Se marchó cedido al Mérida -dos temporadas- y a Osasuna -el año en el que los deportivistas conquistaron el título de Liga- para regresar en la temporada del Centenariazo. Sólo pudo disfrutar de ese título como integrante de la plantilla blanquiazul. Su bagaje fue escaso: cuatro partidos jugados, tres como titular y en otro entró desde el banquillo para disfrutar de tan solo tres minutos. Seis años después de su llegada regresó a casa. Mendes lo llevó al Porto y de ahí, posteriormente, al Dínamo de Moscú cuando el luso era ya un reputado agente en el fútbol internacional.

Si Nuno llegó escondido a Riazor en 1996, a Mestalla lo hizo casi por la puerta de atrás el pasado verano para sustituir a Juan Antonio Pizzi, el argentino que había llegado al banquillo che en el mercado de invierno de la pasada temporada. El cambio de directiva y de dueños en el club valencianista facilitó la llegada del técnico portugués cuya experiencia se limitaba a dos años exitosos en el Río Ave. Su padrino, Jorge Mendes, aprovechó el desembarco de Peter Lim en Mestalla para introducir a Nuno en el fútbol español. Llegó como un desconocido y con escasa confianza de unos aficionados cada vez más desencantados. Incluso las casas de apuestas desconfiaban de su valía y lo habían colocado como el número uno en la lista de futuros técnicos despedidos. Hoy, esa plaza se la arrebató Víctor Fernández.

El actual entrenador valencianista estuvo a punto de estrenarse como técnico en la Liga española en enero de 2013. Por supuesto en el Deportivo. Tras la destitución de José Luis Oltra, Lendoiro y Mendes sopesaron la posibilidad de que Nuno fuese el recambio, pero resultó imposible liberarlo del compromiso que tenía con el Rio Ave. Entonces, también de la mano del afilhado, llegó Domingos Paciência. Por poco tiempo. Espírito Santo se quedó a las puertas de vivir su segunda experiencia coruñesa. Y dos años después aterrizó en Valencia. Pocos confiaban en él. Cuando llegó era el hombre de Mendes. Sin embargo, tras apenas dos meses de competición se ha convertido en el auténtico referente de la difícil afición de Mestalla, de la que siempre está pendiente, en entrenamientos, desplazamientos y partidos. El Valencia es su familia, dijo a su llegada. Por eso su familia de verdad se quedó en Portugal. El equipo le ocupa todo su tiempo.