A falta de la siempre estimulante visita del Madrid el sábado a Riazor, el Deportivo dio carpetazo anteayer a la temporada con la victoria en El Madrigal y la conquista de la permanenciaEl Madrigal. El conjunto blanquiazul seguirá el año que viene en Primera División, objetivo último de un curso que sin embargo deja un regusto amargo por la travesía empedrada en la que se fue convirtiendo la segunda vuelta del equipo de Víctor Sánchez. La ilusión se transformó en intranquilidad con el paso de las jornadas hasta alcanzar el penúltimo partido del campeonato cuatro puntos por encima del descenso y tras conseguir únicamente una victoria desde mediados de diciembre. Los malos resultados de la segunda vuelta se han llevado por delante el crédito del entrenador, renovado con prisas aunque merecidamente en el mes de enero, y también de buena parte de la plantilla. La salvación abre ahora un periodo para decidir el futuro del Dépor y las medidas necesarias para que se avance hacia temporadas menos angustiosas y quizás un poco más ambiciosas.

Alivio en El Madrigal. La palabra más repetida el domingo por los jugadores tras conseguir la salvación fue "alivio". Más que felicidad o euforia, la sensación predominante era la de haberse quitado un peso de encima después de encadenar marcadores decepcionantes en las últimas jornadas. Para lograrlo tuvieron que recuperar una versión de sí mismos que se había ido difuminando con el transcurso de la temporada.

Vuelta a los orígenes. Para alcanzar la permanencia, el conjunto de Víctor Sánchez del Amo regresó a la fórmula que mejores resultados le dio a lo largo de la temporada: seguridad defensiva y contragolpe. Ante un Villarreal ya desconectado de la competición explotó ese planteamiento para alcanzar una victoria necesaria para confirmar la salvación. El regreso a los orígenes de los deportivistas no pudo ser más oportuno después de meses en los que se habían buscado otros argumentos futbolísticos sin un resultado satisfactorio. Los rivales fueron tomándole la medida al conjunto de Víctor y éste trató de modificar el guión, pero sus jugadores no lo asimilaron de la mejor manera. Cuando quiso llevar el mando de los partidos, acabó penalizado por los errores propios; mientras que cuando prefirió resguardarse no fue capaz de aprovechar sus ocasiones. Recuperar el equilibrio era lo que le faltaba y hubo que esperar hasta la penúltima jornada.

La portería a cero otra vez. Antes de recibir al Getafe en Riazor, Víctor Sánchez se mostró esperanzado de que el equipo firmara el "partido redondo" que se le resistía desde hacía semanas. No lo consiguió en esa tarde que enervó los ánimos de la grada y colocó al Deportivo ante la obligación de lograr un resultado positivo en El Madrigal. Finalmente esa actuación redonda llegó ante el Villarreal, cuando el equipo pudo por fin volver a dejar su portería a cero. Tuvieron que transcurrir 19 partidos desde aquel empate en Getafe a finales del año pasado. Fue una conquista colectivo, pero también individual. Manu tuvo por fin su cuota de protagonismo positivo después de encadenar actuaciones poco afortunadas. El Barcelona le endosó ocho tantos ante la pasividad de la defensa y en el resto de encuentros que ha disputado desde la lesión de Germán Lux no contribuyó de manera decisiva para que el equipo sumara más puntos.

Álex Bergantiños, siempre al servicio del equipo. En una semana en la que los problemas en el vestuario protagonizaron la actualidad del equipo, emergió la figura de Álex Bergantiños. Titular por la sanción de Borges, el centrocampista de la cantera cumplió con sobriedad y sin levantar la voz, de la misma manera que ha hecho en una temporada en la que empezó sin apenas una oportunidad, fue protagonista por la lesión del costarricense, regresó de nuevo al banquillo y Víctor lo rescató para un último servicio. Lo aceptó de la misma manera que en temporadas anteriores, por lo que conviene pensar sobre el perfil de jugador que mejor encaja en el horizonte de crecimiento que maneja el club.