El Fabril es mucho más equipo que el Cacereño. Lo demostró ayer en Riazor pese a la gran oposición que presentó el conjunto extremeño, muy ordenado, físico y con grandes dosis de oficio, las que podrá adquirir el filial compitiendo en Segunda División B la próxima temporada. Desde 2011 no estaba en la categoría de bronce, a la que regresa con total merecimiento tras imponer su superioridad gracias a los goles de Borja Galán y Álvaro Queijeiro, ambos en la segunda parte. El primero, justo tras el descanso, fue la clave. Hasta entonces el Fabril se encontró con muchas dificultades para generar peligro ante un rival bien armado y cómodo sin balón. El acoso constante al que sometió al Cacereño acabó en derribo, y con él se desató la fiesta en Riazor para celebrar más que un ascenso, todo un subidón después de tanto tiempo en Tercera.

Solo 16 tantos había recibido en toda la liga el Cacereño, que llegaba a Riazor dispuesto a hacer su partido tras el empate sin goles de la ida. Pocos riesgos, ninguno, quería su técnico, Adolfo Muñoz. El plan visitante era claro: aguantar el 0-0 el máximo tiempo posible y saber esperar el momento de aprovechar la ansiedad del rival para golpear. Todo el peso del encuentro recayó sobre el Fabril, con mucho más balón que ocasiones en los primeros 45 minutos.

Desde el arranque el Cacereño trató de llevar su partido a su terreno, el del cuerpo a cuerpo, las disputas y el juego directo. Se supo adaptar a la alfombra de Riazor, nada que ver con el maltrecho césped del Príncipe Felipe. Menos de un minuto tardó Carlos García en derribar a Pinchi con un carga contundente, pero legal, según el árbitro. El castellanoleonés Pérez Fernández permitió que los extremeños se emplearan con cierta dureza. Tardó bastante en cortar esas acciones con tarjetas pero el Fabril no se dejó intimidar. A cada golpe, reaccionó con una nueva acción combinativa. Desplegó sin éxito todo su arsenal ofensivo, con dos laterales profundos -Blas y Lucas- y dos puñales por banda: Pinchi y Borja Galán. Lució más el madrileño, el mejor del partido. Ganó con frecuencia la línea de fondo para meter balones al área que incomodaron poco a la defensa rival.

El Cacereño no sufría demasiado. Un disparo alto de Edu Expósito desde lejos y un cabezazo fuera de Jardel a la salida de un córner fueron las mejores aproximaciones coruñesas en el tramo inicial. Sin embargo, el primero que tiró entre los tres palos fue Martins. Su lanzamiento desde fuera del área lo desvió con apuros Álex Cobo. Definitivamente, el camino hacia la victoria no iba a ser un paseo.

El Fabril no encontraba vías por las que penetrar pese a la insistencia de Borja Galán desde el costado derecho. Otra acción personal suya, en el 37, acabó con un centro al que Jardel no llegó por poco. Tampoco Pinchi, en el 44, acertó a rematar en boca de gol. Muchas llegadas pero pocas ocasiones claras en el filial, dispuesto a irse a la caseta para recomponerse en busca de nuevos recursos con los que sorprender al rival. Justo antes del intermedio, llegó un gran susto, cuando Álex Cobo dudó en la salida y Asiel conectó un cabezazo que no acabó en gol por muy poco.

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El Fabril Gana al Cacereño y sube a Segunda B

Tanta valentía como dudas tenía el Fabril, pero su camino se empezó a despejar nada más comenzar el segundo acto, con la acción que marcó el partido, el gol de Borja Galán. Buena triangulación entre Edu Expósito, Jardel y el madrileño, cuyo disparo ajustado hizo inútil la estirada de Camacho. Por fin el filial tenía el encuentro donde quería. Respiró aliviado tras el gol, como si lo necesitara para soltar todo su fútbol. Le permitió sacudirse la presión para combinar más y mejor, obligando al rival a tener que hacer un gran esfuerzo corriendo detrás del balón.

El Fabril daba la sensación de tener el encuentro totalmente controlado, pero la incertidumbre seguía siendo máxima con el Cacereño a solo un gol del ascenso. No se volvió loco pese a la desventaja. Siguió mucho más preocupado de defender que de atacar y solo dio un paso adelante en la recta final, cuando no tuvo más remedio que arriesgar por si sonaba la flauta. Y casi suena en el 85, cuando Álex Cobo respondió con un paradón al disparo de Gerard Artigas.

Fue la última del Cacereño. No le quedaban fuerzas ni tiempo para el milagro. Por si quedaba alguna duda, Queijeiro entró en el campo justo a tiempo para redondear la fiesta con el 2-0 definitivo (m.91). Su maltrecho hombro no le impidió chutar con el alma desde la frontal del área para poner la guinda ante un rival honrado y trabajador, cuya dignísima actuación empañó Copete con su autoexpulsión en el 94. Sobró su patada sin balón a Borja Galán. Sin él su equipo seguirá peleando por subir a Segunda B, donde ya está el Fabril con total merecimiento. Un gran logro que celebró como tocaba, a lo grande.