Nueve partidos desde la última victoria, 27 puntos en juego de los cuales el Deportivo consiguió solamente 2. Con esto se podría cerrar casi el transitar del Deportivo por la Primera División de la temporada 17-18.

Pero hay que seguir, nada definitivo está escrito aún, a pesar de que en la jornada de ayer nos ha superado uno de los equipos que hace pocas jornadas se encontraba por debajo, en puestos de descenso, y que hoy se distancia de nosotros en 11 puntos.

Un Alavés que acuciado por los resultados y la clasificación, buscó soluciones similares al Deportivo. Cambio de técnico y fichajes en el período intermedio de la temporada, con resultados diametralmente opuestos en ambos clubes.

Del partido en Mendizorroza nada nuevo que decir. Segunda puesta en escena de la propuesta con Seedorf en el banquillo, e idéntico resultado tanto en el juego como en el marcador.

Entró en el club el técnico deportivista apelando a las emociones, dos semanas de trabajo parecen dejar en evidencia que no basta con eso, y es que las emociones deben ir acompañadas de pragmatismo, de una puesta en escena convincente a través de los fundamentos técnico-tácticos, porque son estos los que darán credibilidad al mensaje.

El Deportivo se mostró ayer de nuevo tibio en general, de alguna manera controló las intenciones de los locales en el inicio del partido para, mediada la primera parte, equilibrar el dominio del juego y crecer levemente en la posesión. Todo infructuoso e insuficiente teniendo en cuenta que el resultado obligado era el triunfo y la portería local sufría apenas un remate y dos o tres saques de esquina. Termina la primera mitad con empate en tiros a los palos, intentos de conexión en ataque por parte de Adrián y poco más.

El descanso parece como si causara en el Deportivo un efecto adormecedor. Con la reanudación perdía esa superioridad defensiva en el centro del campo y los locales pasaban a dominar el partido con más presencia en la zona de tres cuartos de los coruñeses. Como variante, Abelardo situó a Munir más por el interior, lo que generaba situaciones de peligro en la zona de tres cuartos del Deportivo. Desde ahí conectó un disparo con el que superó a Rubén y que a la postre supondría el gol del triunfo local.

A partir de ahí el Deportivo desapareció totalmente, los intentos desde el banquillo por encontrar soluciones fueron infructuosos. Todo parecía más un querer y no poder, un buscar soluciones al azar.

Ni apelando a las emociones como recurso de urgencia, parece tener solución este Deportivo. Sin duda, se hacen necesarias reflexiones muy profundas y encontrar de una vez la formula con la que obtener el rendimiento y resultados necesarios para evitar a lo que, a día hoy, parece abocado el R.C. Deportivo. El tiempo no es nuestro aliado y ya se ha estragado mucho, demasiado.