La vida de Jabo Irureta transcurre entre su familia, los largos paseos que nunca perdona y maratones televisivos con el fútbol como plato único. "Ahora hay todos los días", admitía ayer socarrón, mientras se preparaba para ver el Oviedo-Barça B. El irundarra sufre en la distancia por el Dépor, su Dépor. Hasta sigue rituales en el salón de su casa buscando que cambie la suerte. Por ahora, nada surte efecto. Confía en el apoyo de Riazor e insiste en que no hay que rendirse y en construir los equipos desde atrás. Hoy estará de nuevo ante el televisor a la espera de que se produzca la reacción ante el Eibar de su discípulo Mendilibar, al que entrenó en Sestao y al que le cuesta identificar con ese temperamental entrenador que ha hecho carrera en los banquillos.

- ¿Sigue de cerca al Dépor?

-Claro. Tengo aquí en casa chándals que nos regalaban en aquella época. En los partidos me pongo la parte de arriba de uno, me siento en mi sillón preferido a ver si cambiamos un poquito, pero por ahora no hay manera. ¡Ay! Aun así, yo tengo esperanza.

- Lo pasa mal, ¿no?

-Sufro muchísimo. Muchas veces cambio el canal de televisión, pero luego vuelvo rápido. Lo paso peor que en el banquillo. Ahí estaba presente, podía hacer algo. Pero debemos ser realistas. No hay que lograr diez puntos rápido. El Dépor tiene que ser el cuarto por la cola y estamos a dos o tres, ese es el objetivo. Ahí, ahí. Esa distancia se puede recortar en un partido y ya estás con ellos, les metes presión. Luchar, tener temple y oficio. Seedorf debe convencer a los chicos.

- Cada técnico tiene su libreto, pero ¿no cree que le vendría muy bien a este Dépor el sello de sus conjuntos ordenados y seguros?

-Con todos los respetos, los equipos se empiezan a construir desde atrás, desde la seriedad de la defensa, sobre todo, los que están de la mitad para abajo. En el Dépor eso es algo que siempre se ha respetado mucho desde antes de que estuviera yo allí. Ahora algunos dicen que hay que salir siempre jugando desde atrás y que los balones largos son un pecado. Hay muchos goles así, por el ejemplo el segundo del Betis ante el Levante. Para los pequeños es difícil. Hay que ser sobrio atrás y a partir de ahí sumar, alimentar la competencia arriba.

- Usted conoce Riazor. ¿Seguirá fiel en este trance?

-Sí. Es la mejor afición que he tenido. Sé que ahora hay algunas voces que dicen esto o lo otro, pero en estos momentos es cuando hay que estar, más que nunca. Y lo harán. Antes era muy fácil, cuando ganábamos. Van a apoyar y demostrar el orgullo de ser deportivistas. Confío plenamente.

- Llega el Eibar. ¿Se parece en algo el Mendilibar técnico al que Mendilibar jugador que usted entrenó en Sestao?

-No mucho y me llama la atención. Recuerdo que estando en el Athletic, en las divisiones inferiores, mi hijo me contaba que era tremendo, que les decía 'pareces un alicate'. Está encima de los futbolistas, del equipo. Y, claro, como jugador conmigo era un mediapunta al que le gustaba jugar, no era tan temperamental. Le ha inculcado ese carácter a sus futbolistas porque sabe que para el Eibar es la única manera de seguir en Primera

- No parece el mejor rival para el Dépor ahora. ¿Lo ve así?

-La clave es que se juega en Riazor. Habrá errores, es lógico, pero si el público anima y no silba, ayudará mucho. El Eibar es un equipo que pelea. Si no luchas tanto como ellos, te acaban comiendo.