Nadie pondrá en duda que, en plena caída al vacío, lo principal es agarrarse a cualquier cornisa. Prioridades. Pero hay que ir más allá, salir del cuerpo deportivista, ver desde fuera la escena. Y la imagen da un poco de pudor; hay que apartar la vista. Del Dépor y de sus tres rivales, las calamidades de LaLiga. Ninguno se salva (Las Palmas es ahora el mejor, pero los campeonatos duran más de un mes). Consumidos por los nervios y su inoperancia, son incapaces de competir, de ser un equipo; naufragando estrepitosamente durante muchos momentos de la temporada, pasándose meses y meses sin ganar un partido, haciendo convivir a sus aficiones con la derrota, empujándolas al desapego. Uno de ellos disfrutará del premio mayor, poco debería presumir. Este cuadro con cuatro puntos de atención pone al descubierto los bajos fondos de la supuesta mejor liga del mundo y en más de un caso señala a quien planificó de manera pésima una y otra vez, mercado tras mercado. Si Getafe y Girona están donde están, ¿no podrían estos equipos haber ofrecido algo mínimamente digerible?

El Dépor volvió a fallar, a nadie le extraña. Es rara la semana que no lo hace. Y como la realidad del descenso ya es una bola que está a punto de llevárselo por delante, a Riazor de poco le valen las salvedades, los condicionales. En definitiva, las excusas. La única credencial que traen bajo el brazo los jugadores fue esa segunda mitad numantina en la que desactivaron al Eibar. Ya no cuela. Esta grada ha visto mucho y sabe que el Dépor no ganó un punto en la resistencia, perdió dos en el fallo de Lucas, en los palos de Andone y en el esperpento defensivo, que esta semana tuvo a uno de sus protagonistas habituales (Albentosa) y a un nuevo invitado (Koval). El quinto portero, cinco que no hacen uno en condiciones. Mel se cansó de pedirlo, tenía razón. Y eso que nunca gusta dársela a quien poco aportó. Este Dépor 2017-18 iba a ser tan bueno que no necesitaba tener a nadie bajo palos. Eso debió pensar quien fichó. Una idea en consonancia con la confección del plantel, con la elección de los entrenadores...

De Mel a Cristóbal y Seedorf. El holandés lleva un mes en A Coruña. La situación del equipo no le ayuda y es difícil enseñar a defensas a defender y a delanteros a rematar en tan poco tiempo, el abecedario a quien debería leer en diagonal. Tampoco le beneficia el recelo que despertó su contratación (achacable a quien lo fichó y a los fallos que lleva a cuestas). Por no hablar de quien ya lo consideró un elemento extraño y a patear fuera de A Coruña cuando su avión ni había aterrizado en la ciudad. En el Dépor de los asteriscos, él también llena la página. Aun así, no llega. Lo primordial es que no gana, no hay reacción. Y la cacareada seguridad defensiva que se ha apuntado en su haber pende de un hilo. Ha desarmado tanto al equipo futbolísticamente que a veces no queda nada, se oye el eco cuando empieza a tocar el balón. Pelota larga, minimizar riesgos, construir lo menos posible en zonas centrales... Al final, de tanto acumular jugadores arriba y ante un Eibar menor respecto a otras semanas, generó desequilibrio arriba. Tuvo hasta suerte porque su planteamiento dejó solo y expuesto a un Muntari fuera de forma y, por momentos, echó a futbolistas como Borges o Emre Çolak a una banda. Al Dépor se le veían las costuras y nadie intentó hacérselas saltar. Pocos escenarios mejores tendrá que esos diez primeros minutos para llevarse un partido por asalto y gritar a los cuatros vientos que algo ha cambiado en A Coruña. A sufrir. Oportunidad, condena.

Andone y la finura

En el Dépor en el que el ideal son "once andones", Florin volvió a salir entre aplausos de la grada y muestras públicas de incomodidad hacia su técnico por no haberle dejado sobre el césped hasta el final del duelo. Irrespetuoso. Acababa de dejarse el alma en el segundo tiempo con uno menos. El mismo guion que ante el Levante, un escenario en el que se mueve como pez en el agua. Es como si el resto le sobrasen. Cuántos más rivales tenga con los que chocar, cuánto más imposible sea el balón al que quiere llegar, más se siente alimentado. Una droga para él. Cierto que esas cualidades han ayudado al Dépor y que volverá a marcar, es muy de rachas, en nada celebrará. Pero ni él ni nadie deben olvidar que el fútbol para un delantero es, sobre todo, acierto y finura en el remate. No hay que apartar lo básico y quedarse con los adornos.