Hace una década Lotina se pasó una pretemporada cabeceando. No le gustaba lo que tenía ante sí. Filipe tardaba en llegar y cuando lo hizo a la concentración de Vilalba, su técnico lo veía verde y pasado de peso. No se fiaba. Estuvo todo el verano proclamando que necesitaba un lateral para ponerle la camiseta, que no necesitase ningún tipo de proceso de adaptación. No llegó nadie, tampoco le hizo falta porque fue la temporada de la explosión del brasileño. Once años después el equipo coruñés tiene hoy un "3" que responde a esos parámetros de fiabilidad que buscaba el de Meñaka en aquel julio caluroso de A Terra Chá y ha llegado de donde menos se podrían esperar esas características, del filial. Nada de mercado, de pedigrí, estaba en la cantera. Con el salmantino no existen las dudas, las preocupaciones y las incertezas, solo hay que abrir los ojos para verlo bien y dejar de sorprenderse. Claro que es en parte un proyecto, pero el zurdo está para jugar desde ya y no ha hecho más que florecer desde seguridades durante la pretemporada y, ya de manera definitiva, en estos dos partidos. El futuro está tan despejado como ve él el carril izquierdo cada vez que sube por la banda.

No se recuerda en A Coruña una irrupción tan arrolladora venida de la base desde el asalto de Pablo Insua al primer equipo de la mano de Fernando Vázquez. Acabó siendo aquella temporada (2013-14) el mejor central de Segunda y llevó al equipo a la máxima categoría. Finalmente, fue subiendo el escalón a Primera donde algo se quebró entre el zaguero de Arzúa y el Dépor. Víctor Fernández lo puso a los pies de los caballos, le costó entonces adaptarse a una nueva exigencia, y las lesiones y algunos murmullos de Riazor tampoco le ayudaron. Al verano siguiente se marchó cedido, pero en realidad era para no volver.

Su caso, al igual que el de Diego Caballo, derriba muchos mitos y deja unas cuantas lecciones. Con ambos no fue necesario reclamar que se apostase por la cantera, simplemente era una temeridad no alinearlos. Saltaban a la vista, derribaban la puerta. Tenían nivel y llegaron en el punto exacto de cocción. El salmantino se ha ganado la titularidad y una ficha con los mayores agachando la cabeza y trabajando, sin alzar la voz ni solicitar por contrato su presencia garantizada en el primer equipo. Otra buena enseñanza para quien llega con exigencias sin haber marcado aún diferencias reales, para quien busca nuevos retos fuera para acabar finalmente jugando al mismo nivel o para quien manda mensajes a sus jefes por redes sociales cuando apenas ha superado la mayoría de edad. Hay que estar hecho futbolística y mentalmente para llegar a un equipo como el Dépor y no todos están preparados o les ha llegado su momento. Una oportunidad en un campeón de Liga no se pide por Reyes. La rotundidad de irrupciones como la de Diego Caballo no exime de mimar el proceso y de tener una verdadera política de cantera, solo recoloca a los aspirantes. Ha empezado fuerte el "17" deportivista. Fue el mejor en Albacete. Cometió algún error en Almendralejo, pero no se arrugó ni se cansó de subir la banda y meter centros. Llegarán momentos de dudas, de bajones de forma y ahí hay que tener paciencia en el banquillo, en los despachos y en la grada. En Segunda e incluso en Primera. El club apostó fuerte por él, tiene jugador para muchos años, salvo que alguien asalte la banca. Debería ser el primero de un puñado de canteranos ahora que el nuevo consejo y Albert Gil llevan ya casi un lustro en la plaza de Pontevedra. Es el momento de recoger los frutos y que vayan cayendo de maduros por el primer equipo. A Edu Expósito le va a costar algo más, tiene competencia, se le notó más tímido en su estreno. Se echa de menos que Borja Galán se quedase o que el cuarto central no haya sido de la casa con One, Mujaid o Quique Fornos opositando a esa vacante. La distancia entre el catalogado mejor Fabril de la historia y un Dépor de Segunda era menor que nunca.

La normalidad de Vicente y Dani

Después de años de sobresaltos y una temporada destructiva, por momentos al deportivismo le cuesta analizar cada partido desde la óptica de la normalidad. Así fue el primer día en la oficina para Vicente Gómez y el segundo para Dani Giménez. Aún lejos de su mejor versión, el zurdo ha de ser capital por nivel y condiciones específicas para el sistema de Natxo. Toque, recorrido, llegada, inteligencia táctica y envergadura. Alejarse de Gran Canaria le ayudará a respirar y recuperarla. Dos días de entrenamientos y ya es titular. Un futbolista importante para el proyecto y no solo de palabra.

Y llegaron las paradas a la portería del Dépor. Es también lo lógico, lo de cada tarde de fútbol. Pero, tras cinco porteros en un año, cualquier tiro a puerta se ha convertido en los últimos tiempos en un ataque al corazón para la afición. Buena mano del vigués el pasado viernes al disparo de Enric Gallego. Él aún necesita tiempo para habituarse a jugar con asiduidad después de cuatro temporadas siendo una opción secundaria en el Betis y también los aficionados para no mirar con recelo a su portería. Ni euforias ni presiones. Una Liga para rehabilitarse en todos los sentidos, para ganar muchos partidos y, claro, para ascender.