Se agolpan las buenas noticias a las puertas de Riazor en un Dépor en el que sobresalen muchos nombres propios. Cuando el foco alumbra a varios protagonistas casi siempre viene sustentado por un buen rendimiento grupal. El equipo coruñés brilla, sus jugadores también. Es indiscutible que deslumbra el certero y eléctrico Quique González, pero uno de los que tocó el lunes el corazón de Riazor fue Carlos Fernández. Por lo que se vio, por lo que puede dar. Llegó en agosto, como última opción y cedido, fórmula que siempre introduce interrogantes. Pero ya ha adelantado a Christian Santos por la derecha y su fútbol, lleno de matices y variedad, está en pleno florecimiento.

Se puede decir que el lunes fue el día que se puso de pie para presentarse de verdad en Riazor. Ya había enseñado parte de sus virtudes ante el Sporting e incluso fuera de casa, cuando el equipo naufragaba o se sentía incómodo, él y los detalles que iba dejando eran un islote de fútbol y esperanza al que agarrarse. Pero ante el Granada, mejor rodeado y más rodado, se pudo ver a un jugador intenso en la presión, con interesantes movimientos sin balón, que siempre es un apoyo en los últimos metros y que muestra una serie de recursos que le permite dar continuidad o buscarse sus propias ocasiones. Incluso durante muchos minutos estuvo más conectado en el circuito ofensivo que Quique, aunque esta circunstancia forma parte de las cualidades de ambos futbolistas. Prometedora irrupción de un jugador en crecimiento al que aún le queda para alcanzar un techo difícil de adivinar. Por ahora, solo le falta el gol como deportivista. Llegará y le ayudará, le empujará aún más a subir su nivel.

A quien sí se le ve el poso de sus últimos años en Segunda es a Saúl. Él fue seguridad ante el Granada y no era fácil desprender esa fiabilidad cuando se enfrentaba a un debut por accidente tras una situación personal con muchas incógnitas y un parón físico y un desgaste mental de tal calibre. Supo hacer daño, elegir cuándo hacerlo y, sobre todo, darle una salida al equipo por la izquierda, junto a Vicente, cuando el grupo más lo necesitaba, en el primer tiempo. En la segunda mitad le costó más, pero es lógico y superó con nota el examen de medirse a Vadillo. No fue tanto su nivel, sino de dónde venía y la injusta situación que está viviendo desde el punto de vista futbolístico. Si sigue a este nivel, al Dépor y a Natxo no le va a quedar más remedio que apostar por él. Cada día parece más precipitado el fichaje de Dubarbier.

La pareja de ataque, David Simón, Saúl... Tanta cantidad y variedad de nombres solo habla bien del potencial de la plantilla, del fondo de armario y del punto de cocción del proyecto. El rombo aún está en pañales y sigue la asignatura pendiente de los partidos de fuera de casa, de cómo gestionar las ventajas y de la falta de creatividad en los últimos metros, pero da la sensación de que este Dépor es como una de esas grandes máquinas de asfaltado. Maneja los partidos, apenas le tosen. No es arrollador. Lento, pero seguro. No hay marcha atrás, por pura inercia futbolística acaba allanando todo a su paso, reafirmando conceptos y ganando en seguridad. Sobre todo en casa parece inabordable, con Dani Giménez como espectador. En una Segunda tan ciclotímica (un vaivén del que será difícil que escape) y con el imponente Riazor de su lado, hay que aspirar a lo máximo. Sin dudas, sin paños calientes.

La mediapunta, sin dueño

A muchos deportivistas le costó encajar la suplencia de Fede Cartabia. Más de uno podía justificarlo si así le llegaba la oportunidad a Carles Gil, aunque en realidad deseaban ver a los dos sobre el césped. Finalmente, el valenciano disfrutó de una nueva oportunidad y, aunque tuvo algún destello, sigue sin mostrar el fútbol constante y desequilibrante que necesita el equipo en una posición clave para este sistema de juego. Un futbolista al que siempre se le está esperando. Tras el duelo ante el Granada y por lo vivido en las últimas semanas, es poco probable esa cohabitación de ambos, al menos, en el once. O Carles o Fede. Y el argentino, muy participativo en los últimos minutos y plenamente integrado en la celebración del segundo gol, sacó el lunes medio cuerpo en la carrera.