Competir siempre, bajo todo tipo de condiciones y circunstancias, es una condición imprescindible para aspirar a un objetivo tan a largo plazo como el ascenso a Primera División. Por eso tiene un valor extra lo que ayer hizo el Deportivo, capaz de adaptarse al medio acuático para salir líder de la piscina de Riazor. Algo anecdótico, todavía en noviembre y con Alcorcón y Málaga aún pendientes de afrontar sus partidos, pero que refuerza el ánimo y la confianza del equipo coruñés. Fue superior a Osasuna, como hizo con todos los rivales que pasaron por Riazor, pero esta vez de otra manera, obligada por el diluvio que cayó sobre A Coruña.

Cada partido es una historia diferente. No hay dos iguales pero el de ayer merece un análisis aparte por las condiciones del césped. Imposible jugar a lo de siempre en Riazor tal y como estaba el terreno de juego. Inútil tan siquiera intentarlo. No lo hizo el Dépor, consciente de que le iba a tocar explorar nuevas vías para llegar arriba y, sobre todo, no arriesgar. Porque tratar de salir con la pelota bien jugada desde atrás, como le gusta hacer en su estadio, era meterse en un charco. Pocos balones al piso y muchos aéreos en largo para buscar los espacios y las segundas jugadas. Quique y Carlos se remangaron para pelear al limite cada acción y con ellos todos sus compañeros, empezando por Pedro Mosquera, la principal novedad en el once. No se arrugó el coruñés, con ganas de reivindicarse después de un primer tercio de campaña con muy poco protagonismo.

Mosquera fue uno de los cuatro cambios que hizo Natxo González con respecto a la visita a Almería. Además del centrocampista entraron Fede Cartabia, Carlos Fernández y, sorprendentemente, Michael Krohn-Dehli. Al danés le costó bastante entrar en juego y sufrió ante tanto balonazo. No se esconde y le pone ganas, aunque ahora mismo está un punto por debajo de varios compañeros que juegan en su posición. Por ejemplo, Vicente, sacrificado desde la banda derecha para ayudar a frenar los avances de Clerc y, al mismo tiempo, buscar superioridades en campo contrario.

El partido nada tuvo que ver con los anteriores seis disputados en Riazor. En vez de amasar la pelota y armar posesiones largas con paciencia, el Dépor hizo lo que tocaba: desplazar el balón en largo sin contemplaciones. Las pocas conducciones que intentó, sobre todo David Simón, acabaron casi todas con contras de Osasuna, muy intenso en las disputas. El lateral canario se dejó ver más que Saúl, muy apagado en una primera parte de poco fútbol y muchos choques, faltas e imprecisiones por parte de los dos. Reducidas al mínimo las posibilidades de combinar, el Dépor forzó varios saques de esquina. El primero acabó con polémica por una caída de Vicente dentro de área. Reclamó penalti y le pitaron lo más fácil, falta en contra. No fue la única acción dudosa. El Dépor también pidió otra pena máxima por mano dentro del área.

Osasuna llegó menos a la meta coruñesa, pero cada ve que lo hizo fue con verdadero peligro. El más incisivo, Roberto Torres, que mostró una especial facilidad para acabar las jugadas. Moría la primera parte cuando Cartabia aprovechó una segunda acción para regalar el 1-0 a Carlos Fernández (m.43). Tuvo una Osasuna para empatar antes del descanso a la salida de un córner. Lo evitó Dani Giménez con un gran mano.

Tras la reanudación el conjunto navarro fue inclinando poco a poco el campo hacia el área rival. Sin generar peligro, pero sí obligando al Dépor a dar varios pasos atrás. Sufrió el equipo blanquiazul en esa fase, incapaz de sacudirse el dominio visitante. Reaccionó Natxo dando entrada a Edu Expósito en busca de un poco mas de balón, por lo menos para tenerlo algo y obligar a los rojillos a preocuparse también de defender, no solo de atacar.

El Deportivo siguió agazapado, sin renunciar a buscar un arreón con el que dejar el encuentro sentenciado. Casi todos los dio Cartabia, que supo adaptarse a las condiciones del campo para liderar al equipo coruñés con detalles de lo que es, un futbolista de superior categoría. Aguantó la pelota, dribló las pocas veces que el campo se lo permitió y le dio cierta continuidad al juego, justo lo que necesitaba el Dépor para no estar tan agobiado. Incluso se animó a probar suerte en el disparo con uno de esos latigazos lejanos que suelen llevar veneno. El que conectó en el 64 iba directo a la escuadra, pero Rubén desvió el balón lo justo para que rebotara en el larguero. Buena intervención del exportero del Dépor, la única de mérito.

Hizo de todo Fede, casi siempre con eficacia. Por ejemplo, lanzar los saques de esquina. De un córner suyo nació el 2-0. Gran envío del argentino y mejor cabezazo de Pablo Marí. 2-0 en el 75. Un cuarto de hora largo por delante para seguir siendo prácticos. Eso trató de hacer el Dépor, protegido por un Dani Giménez sensacional. Lo volvió a demostrar en el 85 con un alarde de reflejos. Triunfo, portería a cero y liderato provisional.