Un día es un accidente, seis ya son un problema. El Dépor arrancó pletórico esta temporada en Riazor y poco a poco la responsabilidad, la falta de fútbol y los golpes recibidos le han convertido en un equipo menor, empequeñecido en su propia casa, donde se fraguan los ascensos a Primera División. Consumido, bloqueado, el duelo fue una muestra de los últimos que ha disputado en lo que antes era un erial y ahora se ha convertido en un desierto. Antes gobernaba con mano de hierro los encuentros, ahora se le ve a merced, impotente para dominar y ser dañino. Esa incapacidad se vio en esta ocasión agravada por un error que le llevó a empezar el duelo en desventaja. 0-1. La montaña se hacía aún más grande con las dudas de los últimos meses en A Coruña. A pesar de todo, se levantó y supo trabajarse palmo a palmo la remontada. Y cuando parecía que había hecho lo más difícil, volvió a sucumbir en los minutos finales. Un azucarillo. El ascenso directo está ahora a cuatro puntos y la posibildad de salir de zona de play off tampoco es descabellada, ya que está a tres. Uno de los momentos más duros de la temporada.

LaLiga 123: Los goles del Deportivo - Alcorcón (2-2)

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En el mes del supuestro triplete, del supuesto pleno, del supuesto asalto a la zona de ascenso, el Dépor se llevó ese primer revolcón a los diez minutos. Nadie está exento de sufrir un accidente y más un equipo titubeante como el coruñés. Un balón dividido entre Fede Cartabia y David Simón acabó suponiendo un pasillo para el atcante del Alcorcón hacia Dani Giménez y al canario no le quedó más remedio que hacer penalti. Todos se echaron las manos a la cabeza. La acción tiene un culpable: el argentino. El '11' es un mar de dudas y ahora traslada esa desazón y esa falta de confianza al área propia. Peligro. Nunca dejará de ser decisivo en jugadas aisladas, pero su involución en los últimos meses es más que preocupante.

El Dépor, que ya no había arrancado redondo el duelo, intentó levantarse como pudo. Más empuje que fútbol. Sigue adoleciendo el conjunto blanquiazul de futbolistas conectores que elijan bien en los últimos metros, que enlacen fútbol. Edu Expósito lo intentaba, pero en la primera parte aún no pudo ser decisivo. Fede Cartabia y Nahuel son finalizadores. Laure se estaba comiendo a un Caballo, al que le cuesta un mundo decidir bien qué hacer en cada momento de los partidos. Mientras, Saúl en la grada.

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El Dépor empata en casa ante el Alcorcón

Ante esta panorama de atascamiento, Quique mendigaba por un balón en condiciones y su equipo tenía que encomendarse en la mayoría de las ocasiones a la pelota parada. Y así llegaron un buen puñado de oportunidades. Cartabia estuvo a punto de clavar una falta, mientras Mosquera mandaba el rechace a las nubes. Cada saque de esquina era un sobresalto para el atrevido equipo de Cristóbal, que no renunciaba a correr y atacar. Planteaba un partido en el que quería pegar con la guardia abierta. Ahí estuvo el pecado del Dépor: no aprovechar esas facilidades, la posibilidad del intercambio.

Cuando Riazor ya se comenzaba a desesperar y asomaba algún pito, el enésimo arreón coruñés tuvo premio. Un saque de banda con centro al área y varios rebotes acabó con Quique remachando a la red. 1-1. Riazor estalló. Por miedo, por impotencia, por un premio tan deseado. El mal ya era menos mal.

El descanso dio tiempo para que la grada masticase una idea de partido. El empate empujaba a pensar que el campo se iba a inclinar hacia la meta visitante. Necesitaban solo un poco más de fútbol los coruñeses para meterle mano a una defensa que mostraba síntomas de debilidad. Y ocurrió todo lo contrario. El aire tras el paso por la caseta le llegó al Alcorcón de Cristóbal con un Nono imperial, el más desequilibrante de los 22 con diferencia. El primer cuarto de hora fue un sufrimiento, salvo por un latigazo de Quique desde la frontal que levantó a todos los deportivistas de su asiento.

Tuvieron que conectar Pedro Mosquera y Edu Expósito para que el Dépor resucitase. Un pase en profundidad de un recuperado coruñés abrió la puerta a una genialidad del fabrilista. Se hartó de sentar a defensas en el área y el cómodo remate final fue al larguero. Nadie se lo creía. El fallo, no las prestaciones del 21, que cada día hace más honor a su dorsal. Se gusta. Esa acción le abrió tapón del fútbol a los coruñeses durante algunos minutos. Volvieron a apretar, a creer. Cero rentabilidad. Incluso Pereira pudo hacer el 2-1, pero la espalda de Domingos se cruzó en la trayectoria de manera providencial. Otro aviso.

Por pura inercia los hombres de Natxo acabaron atacando el espacio ante un Alcorcón que no se cerraba y en una contra se encontraron con un penalti difícil de ver, pero que el colegiado acabó señalando. Quique hacía el 2-1 desde los once metros con mucha rabia contenida. El Dépor hacía cima, ahora vendría el vértigo.

Agotado física y mentalmente y bloqueado, el Dépor no supo gestionar en ningún momento la ventaja. El tercer delantero que introdujo Cristóbal también hizo su parte en el desmoronamiento. Nueve minutos necesitó el Alcorcón para empatar con Casadesús como finalizador de una jugada colectiva a la que ayudó un falló de Marí. Ya antes Juan Muñoz había rozado la igualada en dos remates francos. Parecía cantada la desgracia y acabó sucediendo. Ni siquiera fue capaz el Dépor de levantarse de la lona en los últimos minutos para intentar el 3-2. Han sido demasiados golpes últimamente en su propio ring. Aturdido.