En un momento de seguridades, de crecimiento interno de los grupos, al Dépor le pierde su fútbol y su cabeza. Diluido, ofuscado, no se encuentra en Riazor. Cuando todo debía ser más redondo, cuando se gestan las rachas definitivas y cristalizan los equipos, el conjunto coruñés titubea, no tiene fuerza en su pisada. Mal momento. Si esta Segunda División ya es de por sí una categoría mental, la exigencia es aún mayor para una escuadra como el Dépor. Es grande, tiene dinero, Riazor impone y empezó tan bien que parecía predestinado a ascender. Ya lo dijo en noviembre el entrenador del líder Osasuna, Jagoba Arrasate, la pregunta no es si va a subir, es cuándo. Una tormenta perfecta de exigencia y presión que mezclada con lesiones y vacilaciones balompédicas ha generado el cóctel actual. Pues ese técnico tan rotundo que hace tres meses y medio jugó también sus bazas ante un micrófono, le lleva seis puntos al proyecto de Natxo, que ya mira de reojo la séptima plaza. El mal puede ser mayor. ¿Qué ha pasado en este tiempo? ¿En qué punto se encuentra el Dépor?

La primera realidad es que los blanquiazules están aún a tiempo de todo. En época de Apocalipsis por semana, hay que despejar la vista para ver lo más simple y evidente. Nada está perdido. Están tocados, eso también es cierto. Más por el bloqueo mental y las dudas futbolísticas que por lo que ha ocurrido hasta ahora. Superable. El sideral crecimiento de Edu Expósito no es suficiente y el Dépor echa de menos a Carlos Fernández y unas versiones superiores de Vicente, Fede Cartabia y Krohn-Dehli. Los dos últimos estaban llamados a ser cruciales y poco o nada se ha visto de ellos en este ejercicio. El primero, aunque parezca mentira, juega cada día más y ofrece menos en una vorágine de involución que le atenaza. Y al segundo ni se le espera. Llegará a tener el alta médica, pero de ahí a ofrecer lo que se le presupone hay un trecho de difícil de tránsito para el danés, un futbolista que ya ha vivido sus mejores días sobre un terreno de juego. La primera medida ha sido reclutar a Vítor Silva, que lleva sin competir desde el verano. Ojalá calle bocas con ese fútbol que todos elogian desde dentro y fuera del vestuario, pero flotan en el ambiente las dudas sobre cuál puede ser su aportación real en este Deportivo con el reloj avanzando implacable. El equipo necesitaba algo más que un parche.

Mientras busca alguna solución externa y mira con añoranza y ansiedad los partes de lesionados, no todo fueron malas noticias ante el Alcorcón. El principal problema sigue siendo la ansiedad y esa incapacidad para cerrar los partidos, pero en el fondo de todo subyace ese paso atrás gestado hace meses en Riazor que ha llevado al equipo a no controlar los encuentros. Son duelos de mano abierta, de intercambios, de guardias bajas en los que se mueve peor, en los que se muestra vulnerable. Desde aquel día ante el Oviedo, al que acabó goleando, todo cambió. Sus exhibiciones ante Granada y Osasuna parecen formar parte de la prehistoria. Aun así y asumiendo el incómodo contexto, hay futbolistas que el lunes dieron un paso al frente. En algún caso de manera tímida, es innegable, pero su crecimiento puede ser un buen punto de apoyo de cara a lo que está por venir. Con Edu Expósito fuera de concurso y honrando día a día su dorsal, Quique, Nahuel o Pedro Mosquera se mostraron valiosos en algún momento del partido o, al menos, asomó el fútbol que tenían escondido. El ariete, en un equipo al que le cuesta crear en jugada, empieza a hacer goles, a recuperar su oportunismo, a ser líder, ya sin la compañía de Carlos. Y el argentino ofreció píldoras de desequilibrio y el coruñés, de su facilidad para gestar fútbol, sobre todo en la segunda parte. El '5' no debería volver al cajón del olvido con el regreso de Vicente. En un equipo como pocos futbolistas conectores, enlazadores, su presencia puede ser muy útil. ¿Será el momento de ver una media sin Álex?

Edu y la Primera División

Uno de los dramas del Dépor esta temporada es que al único futbolista que se le ve una evolución real y patente es a Edu Expósito. Rompe la vista, rompe el fútbol. Ese gol maradoniano que acabó en disparo al larguero y 'uy' generalizado hubiera sido la guinda a otra gran tarde. Se gusta, está cómodo, empieza a dominar la escena, le sale el fútbol por los poros y no se le adivina techo. Hay mil y una razones por las que el Dépor debe ascender cuanto antes a Primera División y una de ellas, no la más importante, es para seguir disfrutando de jugadores de este nivel en la categoría que les corresponde. Hace ya semanas que se le quedó pequeña. Disfrutémoslo, aprovechémoslo y, sobre todo, rodeémosle mejor.